Nación

´Vos sos guapo, zurdito´, la odisea de un militante de Malvinas Argentinas

Alejandro Oseira tiene 42 años, vive en La Cabaña, localidad de Pablo Nogués y milita en el Movimiento Popular Patria Grande. El jueves pasado por la tarde, junto a su esposa, se bajaron del Belgrano Norte en Retiro. Antes de seguir viaje a su Lanús natal, su mujer fue a sacar plata del cajero automático que está a metros de la boletería y Alejandro, quien tenía la remera de su organización, se quedó comprando un pancho.

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En diálogo con Malviticias, Alejandro contó que presenció un operativo en el que efectivos de la Policía Federal y agentes de civil demoraban a menores de edad en la estación. 

“Estaba comprando un pancho cuando habían parado dos menores de edad. Había de la Federal y de civil. Pasaba por ahí y me preguntaron: \”¿Y vos quién sos?”.

\”Yo conozco mis derechos y sabía que podía pedirles identificación\”, le agregó a este portal. Pero lo que no sabía Oseira era que ese pedido podía despertar la prepotencia policial. 

Cuando Alejandro estaba por entregarle su DNI a un oficial de apellido Maldonado, oficiales vestidos de civil lo tomaron por atrás y lo esposaron.

“Cuando le estaba dando mi documento, vino la brigada (que estaba de civil) y me preguntó: ´Vos sos guapo, zurdito´”, relató Oseira. \”Me dijeron que es por resistencia a la autoridad. Otro me dijo que me estaba negando a identificarme”, explicó. 

Alejandro le gritó a su mujer para alertarla de la situación que estaba viviendo. “Me quisieron plantar droga. Hicieron una simulación donde un testigo decía que yo era el que tenía la droga, pero era parte de la policía de civil”. 

De ahí lo llevaron detenido a la división Belgrano Norte de PFA, dependencia ubicada en la misma estación. \”Me pegaron en el pecho y en la cabeza. No me dejaron marcas. Fueron como veinte minutos, eternos\”. Finalmente, Alejandro fue trasladado a la división Belgrano Norte de la Policía Federal hasta que llegaran sus abogados, que pertenecen a la organización Patria Grande. \”Me dijeron que cómo un negrito como yo iba a tener abogado. Cuando se avivaron que venían los abogados, ahí dejé de ser un negrito para convertirme en un ciudadano con derechos\”. Alejandro estuvo detenido ocho horas, fue golpeado y amedrentado. Su causa nunca llegó a un juzgado. 

\”Fue todo una locura\”, repite una y otra vez. \”Es la primera vez en mis 42 años que piso un calabozo. ¿Y si hubiera ido solo y no estaba mi compañera para pedir ayuda? ¿Y si no hubiera pertenecido a una organización política y no tenía acceso a abogados?\”, son algunas de las preguntas que le retumban en la cabeza a Alejandro tres días después. Y el interrogante más angustiante: \”¿Eso ocurre todos los días, y qué sucede con aquellos que no pueden defenderse?\”. 

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