Nación

Presión a la prensa: de Videla a Milei

En 1973, algunos años después de que terminara otra de las muchas dictaduras militares de Argentina, María Elena Walsh escribió:Cómo la Cigarra' (“Como la cigarra”).” La canción comienza así: “Tantas veces me mataron, tantas veces morí / Sin embargo, estoy aquí, volviendo a la vida / Doy gracias por la miseria y la mano que sostiene un puñal / Porque tan mal me mató / Y seguí cantando…” La canción tuvo éxito porque fue interpretada como la resiliencia de la sociedad frente a un gobierno autoritario, y se hizo aún más famosa durante la última dictadura militar, que comenzó en 1976 y terminó en 1983.

Las manos con puñales que pretendían matar a la Editorial Perfil, a su cofundador Jorge Fontevecchia y, desde su creación en 1989, Noticias revista, también lo han intentado mal. Y, como María Elena, les agradecemos su torpeza, porque más que matarnos, lo que siempre lograron después de esos intentos fallidos fue hacernos más fuertes. Por eso no es original el reciente intento del presidente Javier Milei de destruir una editorial independiente, como tampoco lo son las críticas del poder. Muchos lo han hecho antes que él.

Lo hizo la última dictadura, cuando cerró repetidamente el La Semana revista (la predecesora de Noticias) y Fontevecchia, su joven director, primero acabó detenido en el centro clandestino de detención El Olimpo y luego se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos hasta el retorno de la democracia.

Los seguidores del ex presidente Carlos Menem también lo hicieron, cuando Noticias fue el medio que más juicios tuvo que soportar por parte de aquel gobierno (que tenía) mayoría automática en el Tribunal Supremo, además de las constantes amenazas y bombardeos en PerfilLas oficinas de. Fue durante ese período que se recibió el peor castigo: el asesinato de nuestro fotógrafo José Luis Cabezas, un ataque a la única redacción dispuesta a investigar a Alfredo Yabrán y su mafia.

El kirchnerismo también lo hizo, cuando las represalias tomaron la forma de discriminación. El presupuesto publicitario del gobierno fue distribuido entre casi todos los demás medios y a esta empresa se le impidió el acceso a fuentes del partido gobernante y a la Casa Rosada, y con ataques públicos contra Noticias, Perfil y el fundador de esta editorial.

“Me llevo bien con todos los periodistas, menos con uno, Fontevecchia”, dijo alguna vez Néstor Kirchner; “Fontevecchia es peor que [Héctor] Magnetto”, escribió Cristina Fernández de Kirchner en su libro. Ahora con los partidarios de Milei –como antes, con la dictadura, Menem y el kirchnerismo– un oficialismo vuelve a estar a la ofensiva.

Sin embargo, aunque el objetivo de Milei es el mismo –la destrucción de un medio que no suele conceder una luna de miel a los presidentes más duros y poderosos– esta vez un rasgo particular lo aporta él mismo: violencia en el discurso y gestos muy diferente al de cualquier otro. Milei es la estrella de este avance autoritario contra quienes no piensan igual. La otra característica particular de este ataque del Presidente es que, aunque parece poner más énfasis en sus ataques a Perfil y Noticiastambién ha apuntado a muchos otros medios y periodistas.

Incluso aquellos que claramente muestran una actitud positiva, pero que aún confunden al líder de La Libertad Avanza en el ejercicio de la libertad con alguna palabra o tono que el Presidente considera inadecuado. enfrentar agresiones. Es un planteamiento que ya le ha valido mucho rechazo y llama a la reflexión de entidades como la Academia Nacional de Periodismo, FOPEA y ADEPA, entre otras.

Nada de eso cambiará a alguien que, dada su naturaleza y estrategia, decidió adoptar una postura de confrontación con los actores sociales que impactan la cultura de una sociedad, incluidos sus periodistas, intelectuales y artistas. El enfrentamiento de Milei cuenta con herramientas similares a las de sus antecesores: acusa a personas concretas y utiliza a comunicadores del oficialismo para maltratar a cualquiera que critique al Gobierno, instalando miedo para generar autocensura.

Es más, como lo hizo el kirchnerismo, el gobierno de Milei comenzó en las últimas semanas a discriminar con el presupuesto publicitario del Estado a través de sus órganos descentralizados. Imagínese quién, una vez más, no obtendrá nada… la diferencia es que gracias al conocido “caso Perfil” que pasó por los tribunales y derivó en una sentencia contra el gobierno anterior de Argentina, nadie puede volver a cometer ese delito. No, al menos, sin exponerse a una nueva sentencia judicial.

De todas formas, para pesar de Milei, esta editorial seguirá funcionando, como lo hizo con todos los que la atacaron en el pasado. No será fácil, porque nunca lo ha sido y porque a la presión del oficialismo se suma una situación económica que afecta por igual a todas las empresas argentinas.

Dicho esto, lo grave no sería que se repitan esos ataques. Lo más grave sería una sociedad que permita su normalización, como ya ocurrió en el pasado.

Significaría no haber aprendido de nuestros errores. Sería repetirlos.

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