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Kicillof aprieta el acelerador | Buenos Aires Times

«Comienza la carrera si no llegamos». La metáfora hipódromo empleada por Axel Kicillof para rechazar la invitación del presidente Javier Milei a su propuesta “Pacto del 25 de MayoEl acuerdo parece estar en consonancia con la aceleración que ha decidido darle a su posicionamiento como líder de la oposición. Completo con aspiraciones presidenciales, por supuesto, aunque nadie quiera mencionarlo.

Al inaugurar las sesiones ordinarias de la Legislatura provincial de Buenos Aires en La Plata, el gobernador optó así por tener poco que decir sobre los temas provinciales y mucho para diferenciarse del Presidente. Aprovechó la oportunidad de tocar ante un público local de peronistas desconcertados y tensos, más unidos por el miedo que por el amor.

Se podría decir que la estrategia nacional de Kicillof lo colocó en la primera posición en octubre pasado cuando fue reelegido cómodamente frente a una oposición dividida, pero volvió a caer al segundo lugar cuando Milei derrotó a Sergio Massa en la segunda vuelta. Y con su discurso sobre el estado de la nación, el Presidente sirvió –en bandeja de plata– la oportunidad de pasar a la tercera marcha.

En sus prisas, Kicillof puede forzar el ritmo por momentos. Cuando su colega de Chubut, Ignacio 'Nacho' Torres, amenazó con cortar el suministro de petróleo y gas de su distrito en su conflicto por el reparto de ingresos federales con el gobierno nacional, el líder kirchnerista intentó sumarse a la lucha señalando que podía bloquear el puertos y vías de acceso de la Provincia de Buenos Aires. Al igual que Torres, luego bajó.

Cuando Milei propuso un pacto condicionado a los gobernadores, muchos de estos respaldaron la iniciativa, incluidos todos los que siguen usando la extinta etiqueta de Juntos por el Cambio y algunos peronistas. Hasta que Kicillof se pronunció, sólo Sergio Ziliotto, de La Pampa, había rechazado la invitación.

La oportunidad para Kicillof fue insuperable y la aprovechó. Más allá del planteamiento obvio de achacar los problemas de su provincia a la austeridad de Milei, buscó todo el tiempo contrastarlo con su defensa del papel del Estado, con citas incluidas del Papa Francisco.

La respuesta trascendió ese discurso para darse una puesta en escena. Kicillof se rodeó de todo lo que el Gobierno nacional identifica como la “casta”. A su lado estaba su vicegobernadora Verónica Magario, al frente del Senado provincial y poderosa voz de alcaldesa. Entre el público estaban los jefes sindicales (Rodolfo Daer, Hugo Moyano, Roberto Baradel, entre muchos otros), Máximo Kirchner, el senador Eduardo 'Wado' de Pedro, las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, intendentes de peso como Fernando Espinoza (La Matanza ), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Federico Otermín (Lomas de Zamora), Mayra Mendoza (Quilmes), Federico Achával (Pilar) – la lista continúa. Ausentes con licencia, Massa y Cristina Fernández de Kirchner.

Sin embargo, nada es tan lineal en esta disputa. Tanto Milei como Kicillof inyectan dosis de flexibilidad política a su dogmatismo.

El pasado lunes luego de su dura toma de posesión, el gobernador Kicillof se sentó a cenar en el evento Expoagro 2024 flanqueado por los presidentes ejecutivos de Clarín y La Nación. Unos días antes había recurrido al Tribunal Supremo, denigrado por él, para frenar un decreto presidencial que cortaba un fondo fiduciario.

Mientras tanto, el presidente Milei, en su discurso del 1 de marzo, evitó chocar con Kicillof al saltarse la multimillonaria sentencia neoyorquina por la deficiente nacionalización de YPF, la circulación de individuos tipo 'Chocolate' que cobran a empleados fantasmas de la Legislatura provincial o El escándalo del 'Yachtgate' de Martín Insaurralde.

Sin embargo, el camino proyectado por Kicillof tiene sus obstáculos. Los principales guijarros están en el mantenimiento de la gestión bonaerense, afectada por la crisis general (que no es nueva) y agravada por la caída de fondos, que intenta paliar con fuertes aumentos de impuestos y endeudamiento.

Tampoco existe una autopista política. Los gobernadores peronistas están celosos de la proximidad de Kicillof a Fernández de Kirchner y del poder de la provincia más grande del país, que incluso podría poner en peligro la participación de cada distrito en los ingresos federales.

El gobernador también tiene dificultades internas. A pesar de una frágil tregua desde que se acercaron mientras celebraban el cumpleaños de Cristina, Axel y Máximo están enfrascados en un duelo permanente. La imposibilidad legal de ser reelegido en 2027, como ocurre con tantos alcaldes aliados, sólo aviva ese carácter conflictivo. Y además Massa, que nunca se rinde, está volando.

Conducir requiere tantas dosis de fuerza de voluntad como precauciones porque pisar el acelerador conlleva el riesgo de salirse de la carretera – o estrellarse.

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