Nación

Cinco perros y un millón de rojos

A estas alturas ya no importa si el perro Conan está vivo o muerto. Lo que importa es cómo Javier Milei y su círculo íntimo disciernen la realidad. Dado el lenguaje que utilizó el portavoz presidencial Manuel Adorni esta semana para responder a una pregunta sencilla, es posible que tengan un problema. ¿Cuántos perros viven exactamente en la residencia presidencial de Olivos?

«Si el presidente dice que hay cinco perros, hay cinco perros, fin de la discusión», dijo el portavoz principal de Milei. Adorni no dijo si son cuatro o cinco perros. La sospecha, claro está, es que solo son cuatro perros porque Conan –el padre del lote y original del animal clonado de Milei– murió hace algunos años.

Sin embargo, éste no es el punto. El Presidente, como añadió Adorni, tiene derecho a tener tantos perros como quiera, clonados o no. El público también tiene derecho a saber cómo evalúa el gobierno la realidad.

En el mundo real, esta semana decenas de miles de personas marcharon para protestar contra los recortes presupuestarios en las universidades públicas. Fue la marcha más grande y diversa contra el gobierno hasta ahora en sus cuatro meses y un poco de mandato. La narrativa del gobierno fue que la marcha fue “política” porque asistieron varios miembros de la oposición, y así lo hicieron. Pero muchos de los manifestantes también eran votantes, del 55 por ciento de Milei, que simplemente expresaban que no estaban de acuerdo con este tema de su agenda.

El peor error político que puede cometer Milei (y lo hizo) es ignorar o desacreditar un hecho como este. Horas después de la protesta, Milei publicó una foto de un león (que se representa a sí mismo) bebiendo de una taza de “lágrimas de izquierda”, como si cada persona en la marcha de un millón de personas en todo el país fuera un rojo opuesto a todos los aspectos de su administración.

Milei fue elegido con el mandato de ordenar la economía de Argentina, manteniéndola viva en el proceso. Sabe que eventualmente necesitará una mayoría firme si quiere materializar su ambiciosa agenda de reformas. Pero actúa como si creyera que construirá esa mayoría ampliando su base incondicional. 'Hay cinco perros, porque yo lo digo', etc.

La realidad, como siempre, se interpone en el camino. Es posible que muchos de los votantes de Milei en noviembre, tal vez la mitad de ellos, nunca crean que hay cinco perros, sólo porque el presidente lo dice. Pero en algún momento tal vez quieran ver los perros. Milei necesita hablar con esas personas, no sólo con sus seguidores acérrimos: ellos son los que harán o desharán su presidencia por la fuerza de los índices de aprobación y, eventualmente, en las elecciones del próximo año.

Los errores de cálculo políticos siguen poniendo de relieve la tensión implícita entre los dos Caputos en la administración Milei. La semana pasada, el ministro de Economía, Luis Caputo, violó el evangelio del libre mercado de Milei y obligaron a las empresas de salud privadas (o 'prepagas') para bajar los precios después de que el gobierno les había autorizado a disparar a voluntad al inicio de la administración. Esta semana, Santiago Caputo, el asesor de comunicaciones de Milei, presionó al presidente para que chocara con las universidades, uno de los únicos símbolos que quedan de la movilidad social ascendente de la clase media en el país.

La distancia entre estos dos mundos es abrumadora. El primero produjo una anacrónica transmisión de televisión nacional el lunes por la noche en la que el Presidente se jactaba de los logros fiscales del gobierno: un Milei enojado pero monótono leía números mientras dedicaba su “milagro” económico a sus muchos rivales. El jefe de Estado sigue rompiendo toda netiqueta en las redes sociales, mientras gasta un promedio de dos horas al día en la red X de Elon Musk, publicando y retuiteando mensajes frenéticamente.

El gobierno se pone en riesgo al actuar como si todo lo que dice el Presidente fuera cierto, mientras Milei corre el riesgo de creer todo lo que ve en sus redes sociales.

Esta es una cuestión característica de la democracia en nuestra era. “En las comunicaciones digitales, el otro está cada vez más ausente. Los teléfonos inteligentes nos permiten refugiarnos en burbujas que nos separan del otro”, escribe el filósofo surcoreano Byung-Chul Han en Las no cosas: agitación en el mundo de la vida. “Percibimos la realidad a través del filtro de la pantalla. La ventana digital diluye la realidad en información que registramos. No hay contacto físico con la realidad… El teléfono inteligente desrealiza el mundo”.

La realidad que Milei debe afrontar para triunfar es muy tangible. La próxima semana necesita que el Congreso haga avances reales con sus versiones actualizadas de la megareforma'Ley de Bases' y el paquete fiscal que lo acompaña, sin el cual Luis Caputo probablemente tendrá dificultades para lograr cifras fiscales sólidas en los próximos meses. Este es también un proyecto de ley que los inversores extranjeros también están siguiendo de cerca. Salir de la realidad algorítmica construida en la pantalla de su teléfono inteligente sólo redunda en beneficio del propio presidente Milei.

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