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'Mama Antula': pionera de los derechos humanos y primera santa argentina

La beata 'Mamá Antula', que próximamente será consagrada santa por la Iglesia católica, es considerada la primera defensora de los derechos humanos en Argentina durante el virreinato colonial español del Río de la Plata, según sus biógrafos.

“Tenía un compromiso de por vida con los excluidos, los nativos, los esclavos, los mulatos y los campesinos”, afirmó Cintia Suárez, coautora de su biografía junto a la periodista italiana Nunzia Locatelli.

La ceremonia de canonización estará encabezada precisamente por su compatriota, el Papa Francisco, el domingo 11 de febrero en la Basílica de San Pedro, en presencia del presidente argentino, Javier Milei.

Desde una calle de Buenos Aires, Suárez señaló la monumental basílica neoclásica Nuestra Señora de La Piedad y afirmó: “Ahí estuvo la mujer que fue pionera en la defensa de los derechos humanos de los necesitados”.

En una de las naves laterales se encuentra el mausoleo. Una estatua la representa envuelta en una capa jesuita, con una cruz en el hombro y un libro de oraciones en la mano.

“Estaba comprometida con personas que eran consideradas objetos durante la época colonial. Vivió entre 1730 y 1799”, dijo Suárez dentro del templo, en la zona central de Congreso, donde las reformas ultraderechistas de Milei se debaten con fuerza y ​​tensión social.

La biógrafa, periodista y antropóloga social explicó que “el mensaje de Mamá Antula fue muy fuerte para su época e inspira a las mujeres hasta el día de hoy. Ganó fuerza a través de Jorge Bergoglio [today Pope Francis] quien lo difundió con devoción.»

En la basílica, el párroco de La Piedad, Raúl Laurencena, afirmó que las visitas al mausoleo “han crecido en este momento difícil. La gente reza por pan, trabajo y paz, por nuestra patria que tanto lo necesita”, precisó.

Mamá Antula fue una laica vinculada desde adolescente a los jesuitas, la Compañía de Jesús de donde también proviene Francisco.

“Después de caminar más de 4.000 kilómetros para sus ejercicios espirituales por las provincias del norte, llegó a Buenos Aires descalza, con las sandalias destrozadas y la capa que le regaló un jesuita, casi hecha jirones, portando una cruz de madera”, dijo Suárez.

La tradición oral y escrita coincide en que fue confundida con “una bruja o una loca”, según el historiador.

“Algunos jóvenes le arrojaron piedras y, en su desesperación, se refugió aquí, en una pequeña capilla”, dijo.

La basílica fue construida un siglo después.

El historiador dijo que cada día se hacía más popular e influyente: “Logró una armonía entre las clases en su casa de ejercicio. Era impensable, por ejemplo, que la esposa del virrey sirviera comida a un esclavo».

La casa que ella fundó aún hoy se encuentra en el barrio de Constitución.

Se llamaba María Antonia de Paz y Figueroa. Nació en una familia acomodada en Villa Silípica, a 40 km de Santiago del Estero. 'Antula' significa Antonia en quechua, el idioma que hablaban los colonos del norte de Argentina.

¿Qué forma tomó su rebeldía e influencia? Suárez dijo que “a los 15 años, cuando las mujeres o ingresaban a un convento como monjas o se casaban, decidía por una tercera opción: ser laica consagrada”.

Mamá Antula dejó su casa familiar. “Se sentía atraída por el mundo intelectual y el progreso que los jesuitas habían traído de Europa. Ella se ocupaba de niñas huérfanas”, añadió.

En 1767, la monarquía y el papado expulsaron y proscribieron a los jesuitas. “Encontró un vacío espiritual y social en los nativos integrados a las misiones jesuitas. Se sintieron desesperados. Estaba conmovida», afirmó el autor.

“Reabrió su casa de ejercicios espirituales y viajó por provincias. Sabía que era una actividad riesgosa”, explicó.

En Buenos Aires se ganó el respeto del obispo y del virrey, quienes al principio se negaron a verla. Un día el obispo le concedió el permiso para abrir su casa espiritual y ella respondió desafiante: lo pensaré.

Para entonces, ningún sacerdote era ordenado sin su autorización. “Era muy valiente y rebelde en el buen sentido. La llamaron mujer fuerte. Utilizó sus artimañas femeninas en un contexto de prohibición”, destacó.

Los dos milagros examinados por expertos por el Vaticano fueron curaciones inexplicables. Gracias a su intervención, “la hermana Vanina Rosa, aquejada de una infección generalizada, se recuperó en 1905”, explicó Suárez.

“En 2017 conocimos el caso de Claudio Perusini, un argentino que se recupera de un derrame cerebral. Los médicos dijeron que no había nada más que hacer”, dijo.

Suárez apoyó sus hallazgos con más de 300 cartas escritas a mano encontradas en los Archivos Estatales de Roma.

– TIEMPOS/AFP

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