Milagros Richards: «Las obras son definiciones políticas»
Fue en un asado familiar en Bella Vista que un joven Joaquín de la Torre la miró a los ojos y le dijo: «Cuando yo sea intendente, vos vas a ser mi secretaria de Obras». Ella recién había terminado el colegio en el Don Jaime, se rió y dijo: «Obvio». Era el año 1996, ella, Milagros Richards, empezaba Arquitectura en la UBA y él su carrera política.
No sabe con certeza por qué quiso ser arquitecta, nadie de su entorno lo era; pero sí recuerda que a sus 10 años dibujaba plantas de arquitectura; algo poco común en una niña. La relación con los De la Torre es porque sus padres eran muy amigos y Milagros es hermana de José Richards, subsecretario de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, mano derecha de Joaquín.
Cuando tiene que responder sobre su identidad política se toma unos segundos para responder: «Conservadora peronista», pero aclara que el peronismo de la justicia social. «No tengo cultura militante, porque nunca milité en el peronismo ni en el Partido Justicialista. Sí mi marido pero cuando yo lo conocí ya tenía una opinión formada». Es cuidadosa con las palabras y respetuosa de la militancia de los demás. «Mucha gente está en la política desde los 10 años, se formó en una básica. Es muy valioso», define.
Se entusiasma cuando habla de las obras, es locuaz y simpática. A lo largo de la entrevista -de una hora y media- se irá soltando y dejará definiciones que marcan su sello en la gestión.
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Antes de entrar a la función pública, Richards trabajó en un estudio de arquitectura corporativa, en donde las socias -sus jefas- eran tres mujeres.
Dieciocho años después de aquel asado, el presagio prácticamente se cumplió. En 2014, Richards comenzó a trabajar en la Municipalidad de San Miguel y en 2016, cuando De la Torre se fue a trabajar con la gobernadora María Eugenia Vidal, el intendente en reemplazo, Jaime Méndez, le ofreció el cargo de secretaria de Obras.
En las reuniones con funcionarios nacionales, suelen celebrar que sea una mujer la titular de la cartera de obras; no hay otra funcionaria mujer en su rol. Richards -cuyo trabajo no es explotado por el área de Comunicación- junto con la concejala María de los Ángeles Di Conza y la subsecretaria de Asuntos Públicos Dolores Curuchet son las mujeres que más trascienden del espacio político.
«Mi día lo arranco recorriendo San Miguel, pasar por distintos barrios y me gusta que mi equipo también lo haga. La ciudad no se piensa ni se diseña desde un escritorio», aseguró. Todas las mañanas, mientras maneja su auto, escucha radio, pasa por distintos diales, pero la mayoría de las veces escucha Radio Mitre. Se mantiene informada con los diarios digitales: La Nación, Clarín, Infobae y La Política Online; y las redes sociales de twitter e instagram.
-Sos jefa de circuito…
-¿Cómo sabés eso?- interrumpe y se ríe, mientras se sirve un vaso con agua.
-Me dijeron que no te gusta hablar sobre el circuito y la política.
-Me encanta hablar del circuito, pero ahí no discutimos tanto de política. Ser jefa de circuito es más pragmático que de hablar de política. Decimos vayamos a tal barrio, hay que estar más presente en este otro lugar, etc.
Reconozco que tengo un cargo técnico, pero éste es un rol político, sin dudas. Me gusta pensar la ciudad desde lo técnico, pero creo que Jaime (Méndez) me modificó la mirada pensando desde lo político para transformar la vida de las personas. Y no me aburre la política, me parece que son las discusiones Cristina – Macri que hacen al construir. El circuito tiene mucho de territorio. Cuando dicen “salimos el sábado” lo disfruto. Está bien que hay mucha logística, tengo tres chicos chiquitos, tengo un marido; hay distintas cosas que se complejizan, pero una vez que eso está subsanado lo disfruto.
-Tu circuito está en Bella Vista que tiene un caudal de votos afín al oficialismo, no tiene grandes conflictos políticos.
-Es verdad todo lo que describís, es un circuito muy grande. Me gusta ir a Barrufaldi y este año si Dios quiere hacemos las cloacas; son esas obras las que generan algún sacudón como en Obligado porque si bien el beneficio es indiscutible, la ejecución es compleja. En Barrufaldi me gusta mucho hacer recorridas para ver lo que falta. La obra de la calle Santa Fe le teníamos ganas hace mucho tiempo. Todavía hay mucho para hacer en las distintas zonas de Bella Vista. Ahora en un mes vamos a hacer la obra en la estación Bella Vista, son obras pequeñas pero que ayudan mucho al comercio, a la gente que espera en las paradas de colectivos. Ni hablar de la relocalización de las viviendas, que mejora y potencia el entorno. El trabajo es infinito, siempre hay distintas ideas y propuestas para llevar adelante políticas públicas.
-Y si ustedes quieren seguir haciendo cosas tienen que ganar las elecciones.
-Sí, el día de la elección me encanta, estar en la escuela temprano y todo lo que tiene ese día de mística, contar los votos, esa tensión. Me encanta la función pública, es muy gratificante con algunas asperezas propias. La vida en el territorio, salir a la calle y hablar con la gente me parece muy lindo. Hago las compras en lugares distintos a mi barrio para ver cómo la gente vive su ciudad y qué expectativas tienen. Esas percepciones de la gente en la ciudad me encantan. Es muy lindo trabajar por el pueblo que uno quiere, donde viven los afectos.
–En una reunión con el intendente en Barrio Obligado, algunos vecinos cuestionaron que tantas obras en simultáneo los estaban perjudicando de una manera fatal.
–En Obligado, sí me acuerdo. Hay un afán por ejecutar bien, en tiempo y forma; pero es verdad que en la planificación, en Obligado, concretamente, era mucho en simultáneo. Y había dos o tres cuestiones que no habíamos podido incluir. Eso también está bueno porque los vecinos lo pedían.Teníamos relocalización de viviendas, apertura de calles nuevas y para mí el horizonte siempre tiene que ser ambicioso, aunque después no se pueda y haya que resignar alguna cuestión. En Obligado agregamos dos cosas que pensábamos que no íbamos a poder hacer: una hidráulica en Río Bermejo que era ideal generarla, pero había que relocalizar algunas familias. Y en la etapa de ejecutar vimos que podíamos hacerla y la hicimos.
-En el paseo Santa Clara que estuvimos el otro día nos pasó algo. La propuesta la trabajamos con el Ministerio del Interior, era poner en valor el espacio hídrico y verde, y tener en cuenta la sustentabilidad, la absorción del terreno, la fitorremediación. Con el equipo nos pusimos muy empecinados en un proyecto específico y después fuimos al territorio y los vecinos nos pidieron otra cosa: “Acá no puedo caminar”, “No me resulta”, “El cochecito se me traba”. Y ahí hay que saber escuchar para poder llegar a la obra mejor acabada.
-¿Cómo es el proyecto que están haciendo en Santa Brígida?
-Este año tenemos un montón de pavimentos en Santa Brígida espectaculares. Son los que más me entusiasman, porque son muchos, estratégicamente están bien pensados, conectan bien la ciudad. Van a brindar un cambio importante, se está construyendo el CDIF, ¿la tenés clara la obra? (se levanta e invita a la periodista a acercarse a un mapa que está colgado en la pared y marca el corazón de Santa Brígida, señala calles y lo que será el bulevar Callao). Y si le sumás el equipamiento del centro de salud, el CDIF, la plaza es una obra espectacular.
-Todo eso en un año electoral y en un lugar donde al oficialismo le cuesta conseguir votos. ¿Fue pensado estratégicamente para 2019?
– No para este año, la estrategia es más territorial y de llegada al vecino. Obviamente no desconozco la situación política de ese barrio, pero no fue pensado específicamente para este año por ese motivo. Están también los tiempos de ejecución y los etapas que hay que cumplir. Esa obra la estamos haciendo con la Provincia y hay un mecanismo distinto.
-Muchos vecinos reivindican los asfaltos pero agregan que el asfalto no se come, por la situación económica. Estando en Cambiemos, ¿sienten que tienen que surfear olas cuando salen a hablar con los vecinos respecto de las políticas del Gobierno nacional?
– No se trata de surfear olas. Es verdad, la gente no come asfalto. Sí estoy convencida de que muchas obras de asfalto son una cuestión de justicia. Para mí la obra del San Martín es algo increíble, desde que mi vieja era chica se hablaba de la electrificación. Y eso es política, es una definición política, porque es elegir un camino, con un montón de cuestiones que por ahí no son muy agradables porque uno sabe que a mucha gente le cuesta comer. La obra Matanza -Riachuelo, 1200 millones del Banco Mundial, son cosas inéditas y son definiciones políticas. Llevándolo a la escala local, la Cruz de Santa Brígida y vos misma me lo preguntaste: ¿se elige hacerlo en este momento político? No, no se elige hacerlo en este momento político. Las cosas van llegando para que uno vaya ejecutando cuando surge la oportunidad y están los fondos; hay hidráulicas que están pendientes y eso demora algunos pavimentos. Esas obras son claramente definiciones políticas, hay un interés por llegar a ese barrio, para atender las necesidades concretas que tiene ese barrio. No todas las obras tienen una definición política por detrás, hay obras que se hacen por una cuestión de conectividad, por ejemplo.
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