Nación

Vivona y el pedido a la vieja estructura cariglinista

Cuando el dirigente peronista Luis Vivona llegó al bunker el miércoles pasado, en el ex batallón 601 de Los Polvorines, ya era de noche. Los referentes de la vieja estructura habían sido citados dos horas antes. Algunos venían masticando bronca por la movilización del inicio de sesiones, se habían sentido echados y humillados y se fueron antes que empezara el acto, pero Vivona les ganó de mano: «No entiendo cuál fue la jugada política. Si ustedes están sentados en esta reunión es solamente porque tenían el cartel de ‘Nardini intendente'», dijo muy molesto.

El mensaje era para el Cuervo, Richard y Milagros Perea, referentes de Grand Bourg. Días antes de la apertura de sesiones le mandaron un whatsapp a Vivona jactándose del despelote de gente que iban a mandar. Querían quedar bien, pero algo salió mal. Llegaron tarde, y cuando arribaron a las inmediaciones del Concejo Deliberante ese viernes por la noche, se quisieron posicionar adelante. Error. Ese lugar ya estaba ocupado por la militancia de Villa de Mayo, coordinada por la secretaria de Servicios, Noelia Correa. El Cuervo, Richard y Perea intentaron justificar por qué se habían ido cuando todavía se estaba cantando el himno. Quejosos, argumentaron violencia por parte de los de Villa de Mayo.

En la reunión también estuvieron la mano derecha de Vivona, Gerardo Quinteros; Correa de Servicios; el subsecretario de Desarrollo Urbano, Control y Administración, José Luis Benitez; el director de Servicios y Corralón, Mario Chamorro y Kuity Carro. Tanto Quinteros como Correa desestimaron los argumentos de los ex cariglinistas. «Nosotros no hacemos eso, además no pagamos murgas para ir a los actos», dijo Vivona en un tono más contemplativo.

En ese instante, intervino el hoy director general de Reciclado y secretario de Servicios de la gestión anterior, Jorge Lopresti. «Nosotros perdimos y ellos ganaron, tienen el derecho de estar adelante», dijo en código peronista. «Además, yo tengo un concejal -por Hugo Figueroa- y podíamos haber entrado y no lo hicimos», agregó. Horacio Anello, ex director de Tránsito, asintió. Otros lo miraron con recelo. Además, de los nombrados también participaron los concejales Claudio Gómez, Víctor Pelotita Domínguez y Alejandro Groh; el subsecretario Rafael Nieva, el director general José Martínez; Pablo Distel; José Luis Lavanini; Héctor Cortez; Jorge Grigna; Sergio Lugones; Américo El Zorro de Pablo Nogués, entre otros.

«Muchos tienen fecha de vencimiento», advirtió Vivona sobre los que no se identifican con la gestión. Algunos empezaron a sudar. El Chueco de Tierras Altas se preguntó así mismo si hablaba de él y se acomodó en la silla. Vivona reclamó falta de compromiso, de identificación y de participación. «Fue duro», coincidieron varios de los presentes ante esta periodista. Vivona dijo que perdona cualquier cosa menos la traición y que le jueguen por atrás. «Si algunos esperan con el puñal bajo el poncho están equivocados», enfatizó mirando a los ojos a cada uno. Fue paradójico. No todos ni la mayoría, pero al menos uno de los que fueron parte de esa reunión fue calificado como alto traidor por el núcleo del ex intendente Jesús Cariglino. ¿Y un traidor no vuelve a traicionar?

«La elección hay que ganarla por robo», dijo Luis mientras terminaba un mate que le cebaba una compañera flaca y alta, parada detrás suyo. Los veinte muchachos de la vieja estructura escuchaban y asentían, a lo largo de la mesa larga. A su lado estaba Gómez, que escuchaba sin emitir palabra. Enfrente, Rafa Nieva, que también lo miraba fijo, sin decir nada. Solo había agua para tomar, nada para comer, ni salado ni tortas como en la reunión pasada, seis meses atrás.

Después de un rato de discusión, se pasó a otro tema álgido: la falta de caminar los barrios y charlar con los vecinos sobre las obras. «No están vendidas, el vecino no está enterado de nada», coincidieron en la mesa. Rafa Nieva se defendió y dijo que está charlando con los vecinos por la demora en la obra cloacal de Los Polvorines. Lopresti, que busca ser mesa chica a los empujones y en desmedro del resto, interrumpió al Negro Mocho, que en tono firme pero sin saltarle a la yugular como en la reunión pasada dijo: «Luis, vos dijiste que somos todos iguales, y vos (mirando a Lopresti) ya no sos más secretario». Vivona asintió y no permitió la interrupción. El Negro Mocho invitó a levantar la mano a los que caminaban las obras. De los veinte que estaban, el único que alzó fue el Negro Martínez. «Y si no levantabas la mano vos que sos director general…», le susurró alguien más tarde.

Poco antes de terminar se discutió política provincial y nacional, se coincidió en que aún no existen candidatos representativos del espacio y los escenarios son variados. Cuando la reunión culminó, alrededor de las once de la noche, Vivona habló con algunos de los muchachos por separado. Pedidos, sugerencias y reclamos fueron lo que más tuvo que escuchar el ex funcionario nacional. Noelia aprovechó y se acercó a Lugones. Le preguntó por el Negro Chile, que no había ido a la reunión. Le dijo que tenía hasta fin de mes para demostrar su trabajo. El Chile es un ex militante cariglinista, muy complicado, del sector del Tanque, en Grand Bourg.

Los muchachos se fueron alborotados, procesando la información que les habían bajado. El Cuervo se fue enojado, sin saludar y a las puteadas. Algunos se mantuvieron optimistas, si era cierto eso que una y otra vez machacaba Vivona, muy a pesar de sus militantes leales de siempre, que ya no existía un «ellos y nosotros», sino que todos eran «uno»… ¿será que alguno de ellos formaría parte de la lista? La respuesta es obvia, ¿pero quiénes serían?, lucubraban. Hasta ese momento, ninguno de ellos sabía que al otro día iban a ser citados a otra reunión, tan o igual de importante, en la oficina del tercer piso de Benitez.

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