Esper sobre Jaime Méndez: "Estoy descubriendo un personaje distinto al que conocía, que lidera y lo hace muy bien"
Cuando señaló el busto de Perón que reposaba en una de las esquinas del armario, Juan Esper lamentó el roce que sufrió en el viaje de La Plata a San Miguel. Junto con el de Evita, fueron un regalo de compañeros del Registro Provincial de las Personas. Esper encabezó esa área hasta hace unas semanas cuando el intendente Jaime Méndez le ofreció el cargo de secretario de Seguridad. Los bustos habían pertenecido a un funcionario del exgobernador Daniel Scioli, Juan Pablo Álvarez Echagüe, ahora también en las líneas del PRO. «Uno de los pocos funcionarios de Scioli que respeto por el trabajo que hizo», le dijo a El Sanmiguelino en una entrevista en su oficina del cuarto piso de la Municipalidad de San Miguel.
«Soy peronista por herencia familiar y convicción. Y segundo, joaquinista», dice con una sonrisa. Juan nació hace 29 años en Salta. Es abogado y hace 12 que vive en Buenos Aires. Su abuelo y sus tíos siempre participaron de la política salteña y hoy están alineados con el gobernador Juan Manuel Urtubey.
Y la decoración en su oficina demuestra su raigambre, porque además de los bustos, detrás de su escritorio hay tres cuadros: uno del General montado a Caballo, otro de Evita y en el medio uno de Joaquín de la Torre, su conductor político. También tiene una veintena de libros de política y un juego de ajedrez.
Esper entró a trabajar en la Municipalidad de San Miguel en abril de 2013 y en 2016 fue convocado por el ministro de Gobierno e intendente de San Miguel en uso de licencia, Joaquín de la Torre, para ser director del Registro Provincial de las Personas. Como muchos, siempre aspiró a formar parte del gabinete municipal.
A diferencia del presidente Mauricio Macri, Esper no mira series de Netflix, pero en sus ratos libres está embelesado con un libro que le recomendó un amigo del Pro, que se trata sobre la big data aplicada a la predicción del delito. «Está en inglés pero es sencillo», dice mientras lo muestra y da ejemplos de números y seguridad.
Desde la ventana de su despacho, que da a la calle Belgrano, se ve pasar el tren San Martín. Hace frío y será por una gripe reciente, Esper no se saca la campera hasta cuando termina la nota, después de una hora reloj.
La entrevista tuvo tres ejes que marcaron la agenda de las últimas semanas y fueron temas que Méndez le pidió que trabaje: allanamientos por narcomenudeo, amenazas de bombas en las escuelas y operativos contra el delito en los centros comerciales.
-¿Cómo se explica políticamente pasar de director del Registro Provincial de las Personas a ser el secretario de Seguridad de un distrito del Conurbano?
–No sé si hay una respuesta política. Tiene más que ver con mi vocación. El tema de seguridad siempre me atrajo mucho. Cuando empecé a trabajar en la gestión municipal estaba Max Perkins, y Joaquín (De la Torre) había tomado la seguridad como una bandera. Yo estaba en Comunicación y por ende había estado en contacto con el proceso de la Secretaría de Seguridad, que fue muy bueno. Obviamente tiene toda una tarea de desarrollo por delante y de introducción de nuevas tecnologías. Es un sistema ejemplar en el Conurbano y en la provincia. Entonces, siempre miré esto como una especie de atracción.
Después, un poco el desafío de Jaime (Méndez) de afianzarse como un nuevo líder local, con la dificultad que eso supone en el Conurbano y con el aprecio que le fui adquiriendo con los años.
Cuando Esper comienza a hablar del Registro Provincial se apasiona, siente la necesidad de contar el trabajo realizado. Y mientras ceba mates, relata con su tonada salteña no solo su experiencia, sino cómo funciona el organismo.
Obviamente me costó muchísimo, en el Registro de las Personas había llegado a un lugar después de 9, 10 meses difíciles, porque es un organismo muy grande. Tiene un presupuesto que supera la mitad del Municipio de San Miguel y una cantidad de empleados parecida. Además, tiene una descentralización que es muy difícil. Yo he sido muy crítico desde el principio, porque esa descentralización nunca obedeció a una cuestión estratégica o de la necesidad de los vecinos, sino que se ha ido esparciendo en la provincia en función muchas veces de las necesidades políticas.
Siempre es muy útil la foto de abrir una nueva dependencia del Estado, pero una vez que se toma la decisión después vienen los gastos administrativos: luz, gas, alquiler, sueldos, etc. Así el Registro hoy tiene 486 delegaciones en toda la provincia. Y yo me había enganchado muchísimo, fue apasionante.
Se continuó con todo, hay muchos proyectos, sobre todo en modernización. Hay cambios muy grandes. El registro tiene 47 trámites distintos que se hacen en sus delegaciones. San Miguel fue el primer municipio -tenía que elegir para donde empezar- hoy ya hay un montón de municipios más- y obviamente elegimos San Miguel por una cuestión de simple afecto. Ya tiene la totalidad de sus trámites digitalizados.
La siguiente fase del registro es hacer que la mayoría sea online, empezar a prescindir un poco de la intervención de un empleado público para hacer trámites que se podrían hacer automáticamente.
Me había enganchado mucho con eso y la cotidianidad con Joaquín, un tipo que yo admiro.

– Y un día te pidió que volvieras a San Miguel como secretario de Seguridad.
-En realidad fue Jaime quien me hizo el ofrecimiento. En estos casi dos meses aprendí un montón, tengo un muy buen equipo. Alfredo Ochoa que fue secretario de Seguridad, ahora acompaña como coordinador de políticas de seguridad. Ochoa es garantía de no equivocarse y también está Ricardo Rojas, nuestro subsecretario.
– Durante mucho tiempo no hubo secretario de Seguridad.
-Bueno, estaba a cargo de Héctor Calvente, que era el secretario de Gobierno. Se podría decir que era importante que hubiera un secretario de Seguridad exclusivamente. Y esa fue la decisión de Jaime. Me dijo que en San Miguel tiene que haber un secretario de Seguridad que se encargue de la seguridad específicamente.
-De la Torre y Méndez tienen perfiles muy distintos.
-Una cosa es estar al lado de Joaquín, que tiene una experiencia y un rodaje muy grande. Uno se sienta y escucha, él da instrucciones. Y Jaime es intendente y jefe, estoy descubriendo un personaje distinto al que conocía, que lidera y lo hace muy bien, es más de consultarte las cosas.
-Seguramente, el haber estado en el Registro te ha permitido conocer a muchos otros intendentes.
-Sí, una de las grandes novedades del proceso político 2015 es la introducción de nuevas figuras en el esquema político tradicional. Es el momento de los intendentes nuevos. Ser intendente en el Conurbano no es tarea fácil ni sencilla. Acá la gente lee medios nacionales. Si vos no aparecés en los medios nacionales es sumamente difícil. Pero tienen una gran ventaja: son personas frescas. No tienen un compromiso con estructuras tradicionales del peronismo, con lo bueno y lo malo que tiene eso. Son mucho más libres de tomar decisiones, de resolver. No es algo privativo de Jaime. Es otra etapa.
-Y vos te definís como peronista, ¿te acordás a quién votaste por primera vez?
-Igual creo en un peronismo moderno. Se ensució mucho la palabra peronismo. Creo que el peronismo se convirtió en una maquinaria de poder, electoral formidable; lo que en su momento se necesitó para ganar.
Voté en 2007 en Tartagal a Alberto Rodríguez Saá. Me acuerdo que lo hablé con mi viejo, que me dijo: “Yo voto peronismo y voto a Rodríguez Saá”. En 2011 no voté porque no viajé a Salta. En 2013, voté todo completo Frente Renovador. En 2015, voté todo completo a Frente Renovador, a gobernador corté boleta: voté a María Eugenia.
-Y ahí no fue fuiste un peronista orgánico. Aunque sí lo fuiste dentro de tu espacio.
-Te diría que para cuando fuimos en la elección de 2015 en el Frente Renovador se habían roto un montón de cosas, sobre todo con lo que tenía que ver con Joaquín. Y en el balottage lo voté a Macri.
– Hablando de Macri y pasando al tema del aborto, que es sin dudas una de las discusiones más importantes del año, ¿cómo vivís que lo haya habilitado el gobierno del que ustedes forman parte? Y además llama la atención como algunos de tus compañeros del espacio político militan mucho más por el aborto que por la gestión municipal.
– Te voy a hablar de lo que creo yo, el tema del aborto tiene que ver con las convicciones personales más íntimas de cada uno. Y eso explica por qué gente que no opina de determinados temas, del aborto sí habla, le toca las fibras.
-Pero estamos hablando de militantes políticos, no de vecinos comunes. Y en el caso de funcionarios aún más porque tienen una responsabilidad extra, me parece.
– No sé, no voy a hablar de eso. Respondiéndote de lo que me pasa a mí, es difícil que haya surgido de nuestro propio espacio político. Creo que hay una visión de que se merece el debate. La respeto y el debate está muy bueno. No solo porque pudimos ver dónde estábamos estamos parados como sociedad, sino que era un debate que había que darlo si no era hoy, en seis meses o dentro de un año porque son temas de la coyuntura internacional.
-¿Solo de coyuntura internacional?
-También una evolución cultural en la sociedad, que uno puede compartirlo o no pero que existe y trato de ser lo más objetivo posible y lo que opino yo. Pero igual duele que se plantee desde el mismo espacio político. Todas las fuerzas políticas se agrietaron.
-Menos la Izquierda, que no tuvo fisuras en este tema.
-Bueno. Eso. La política dejó de discutir causas, ésta es una. Es un tema muy profundo y eso motiva las discusiones. También para los que promueven el aborto es un valor muy importante. La política no estaba preparada para que se debatan cosas así. Y quiero reconocer que a Joaquín y a Jaime, cuya opinión pesa en los medios y en la sociedad, se les ha dado la libertad para plantear su posición. Y eso lo hemos sentido nosotros, por eso te hablo con total libertad. Se hizo de arriba hacia abajo. Veremos qué es lo que pasa.
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