Correo de lectores-. El sábado viajé en el interno 362 del ramal 99 de la Línea 440, me dirigía a San Miguel. Cuando subí, vi una criatura de 4 años, más o menos, estaba arrodillado en el torpedo, al lado del chofer.
Me senté en el primer asiento. En el colectivo había otras dos mujeres, estaban sentadas con criaturas. Creí que alguna de esas mujeres sería la mamá de ese niño y esposa del chofer.
Cuando pasó el Hospital de San Miguel y dobló a la izquierda, aceleró la marcha y el nene empezó a temblar. Respiró hondo y el chofer se empezó a reír. «¿Tenés miedo?», le preguntó en tono burlón.
En ese momento comencé a filmar. Me impresionó mucho la actitud del nene, tenía mucho miedo. Miré a todos lados… Yo soy de decir las cosas pero se me hizo un nudo en la garganta cuando vi al nene temblar y tomarse fuerte de los fierros…
Grabé poco porque aceleró la marcha y llegamos enseguida. El colectivo pasó una loma de burro y amagué a agarrar al nene. Fue instintivo.
Cuando llegamos, el chofer dijo «acá termina». Entonces vi que las señoras de atrás bajaron y desde la vereda le dijeron «inconsciente». Yo bajé y me quedé en la esquina y el nene se quedó solo con el chofer.
No me gustaría dejar sin trabajo a nadie, no sé como se manejan en la empresa, pero siendo madre, abuela y bisabuela, no puedo dejar pasar esto. Hay cosas que pueden evitarse y no lamentarse cuando suceden y sentirse culpable porque pudimos hacer algo y no lo hicimos.
Silvia Edith Becerra
