Cultura

Una muestra en Inglaterra propone un mapeo del surrealismo, de Buenos Aires a El Cairo

El recorrido propone un conjunto variado y vivaz, que da lugar a la convivencia de lo real con lo fantástico.

Obras de artistas argentinos como Antonio Berni, Juan Batlle Planas y Horacio Coppola forman parte de la exposición «Surrealism Beyond Borders» (Surrealismo más allá de las fronteras) que inaugura el 24 de febrero en Tate Modern de Londres y que reúne un total de 150 obras realizadas en 50 países, un amplio abanico que incluye también trabajos de Salvador Dalí, Frida Kahlo, Yayoi Kusama, e incluso del colombiano Gabriel García Márquez.

Pinturas, fotografías, esculturas y fragmentos de filmes -muchos de los cuales nunca se han mostrado en el Reino Unido- darán forma a la exposición abocada a este movimiento que priorizó el inconsciente y los sueños, y que dio exponentes como el teléfono-langosta de Salvador Dalí, o un tren que atraviesa una chimenea de una casa familiar, en René Magritte, ambas obras exhibidas aquí.

La muestra, que acaba de cerrar sus puertas en el Museo Metropolitano de Nueva York -donde se vio con el mismo título, del 11 de octubre de 2021 hasta el 30 de enero pasado- desembarca en la capital inglesa para dar cuenta del alcance mundial de este movimiento que surgió en París en 1924, con la publicación del Manifiesto del poeta André Breton, pero que inspiró a artistas de Buenos Aires, El Cairo, Lisboa, Ciudad de México, Praga, Seúl y Tokio.

Algunas de las obras en exhibición.

El recorrido propone un conjunto variado y vivaz, que da lugar a la convivencia de lo real con lo fantástico, en obras realizadas en un lapso de 80 años en distintos sitios del mundo, como un medio de expresión y liberación para sus creadores: los autorretratos de la mexicana Frida Kahlo; la naturaleza intensa en la obra de la japonesa Yayoi Kusama, los trabajos de la inglesa Leonora Carrington, y de su compañero romántico, el alemán Max Ernst, con quien compartió además el interés por el mundo de los sueños y la simbología onírica.

La exhibición en Tate Modern busca mostrar cómo este movimiento dinámico echó raíces en muchos lugares y momentos diferentes, y además ofrecía a los artistas la libertad de desafiar la autoridad e imaginar un mundo nuevo, al explorar deseos extraños e inconscientes.

«El hecho de que cada uno de estos artistas -como Berni, Batlle Planas y Horacio Coppola- forjara un camino individual en el surrealismo, y a través de él, es sintomático del atractivo que tuvo para una gran variedad de personas como medio de expresión y liberación», explicó en diálogo con Télam Matthew Gale, curador de esta exposición junto con Stephanie D’Alessandro.

La muestra viene de exhibirse en Nueva York.

La muestra, que permanecerá hasta el 29 de agosto en Tate Modern, incluye también a Giorgio de Chirico, Tarsila do Amaral, Marcel Duchamp, Alberto Giacometti, Wifredo Lam, Dora Maar y Man Ray, entre otros. La propuesta también considera lugares donde los artistas se han reunido e intercambiado ideas sobre el surrealismo: como París, en la Oficina de Investigación Surrealista; El Cairo, con el grupo Art et Liberté; o en todo el Caribe, donde el movimiento fue iniciado por escritores.

-Télam: Hay artistas argentinos presentes en la exposición «Surrealismo sin Fronteras», como Antonio Berni, Juan Batlle Planas y Horacio Coppola. ¿Qué rol ocuparon estos artistas en el movimiento surrealista?

-Matthew Gale: El hecho de que cada uno de estos artistas forjara un camino individual en el surrealismo y a través de él es sintomático del atractivo que tuvo para una gran variedad de personas como medio de expresión y liberación. Horacio Coppola, junto con Grete Stern, aportó un replanto de la imaginería influenciada por la Bauhaus a través del cine y la fotografía, mientras que el paso de Berni por el surrealismo durante y después de un período en París reflejó su deseo de indagar en lo inesperado. Batlle Planas, en tanto, se distingue por su compromiso a largo plazo con el surrealismo y su asociación con las actividades editoriales del poeta argentino Aldo Pellegrini. La publicación que acompaña la muestra analiza incluso el compromiso con la abstracción gestual asociado a la muestra «Boa-Fases», que tuvo lugar en 1959 en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodriguez, de Santa Fe. En conjunto, las obras de todos estos artistas indican la rica complejidad del Surrealismo a rechazar las limitaciones del mundo racionalista.

-T: ¿Cómo describirías el espíritu, la esencia general, de esta exposición?

-MG: Queríamos replantear el alcance del surrealismo tal y como se considera habitualmente. La ubicación y el periodo de tiempo habituales fijan el Surrealismo en París en 1924 y se extienden aproximadamente hasta Nueva York en 1942. Esto lo sitúa convenientemente en una cadena de «ismos» entre el dadaísmo y el expresionismo abstracto. Esta conveniencia no carece de fundamento, pero simplifica gravemente una historia extraordinariamente rica y compleja. En la mayoría de los casos, esto da lugar a la exclusión de individuos, grupos y lugares menos conocidos, aunque se puedan encontrar en el registro histórico con bastante facilidad. Por ello, nuestro proyecto consistió en analizar el surrealismo con un marco temporal más amplio y una perspectiva geográfica más extensa. Nos beneficiamos enormemente de la experiencia y la generosidad de muchos estudiosos al aportar nuevos aspectos a una historia enriquecida y, sobre todo, al permitir el rastreo de redes entre personas cuyas conexiones habían llegado a pasarse por alto.

– T: El Caribe es un espacio donde el movimiento surrealista fue iniciado por escritores, donde nació el colombiano Gabriel García Márquez, creador del Realismo mágico. ¿Qué se expondrá del Premio Nobel en la muestra?

– MG: El desarrollo del surrealismo en el Caribe tiene muchos aspectos. El surrealismo proporcionó una salida poética y política para condenar el racismo del sistema colonial en las islas del Caribe, y su sombra neocolonial en lugares económicamente dependientes como Cuba y Haití. Alejo Carpentier -que se movía entre París, La Habana y Caracas- consideraba a lo «real maravilloso» como inherente y endémico, además de ser distinto de las pretensiones del dominio cultural europeo. Es a través de las actividades del Grupo de Barranquilla, con el que García Márquez estuvo vinculado, que se produce un solapamiento entre el realismo mágico y el surrealismo. Además de García Márquez, el grupo incluía al escritor Álvaro Cepeda Samudio, a los artistas Cecilia Porras y Enrique Grau, y a Luis Vicens, cineasta amigo de Luis Buñuel. Juntos realizaron el cortometraje «La langosta azul» en 1954. Su narrativa es a la vez misteriosa e inconclusa, de una manera que reconoce el interés de Buñuel por lo ambiguo y lo absurdo.

-T: ¿Por qué cree que este movimiento tuvo tantos adeptos en lugares tan distintos del mundo?

– MG: El surrealismo presentó una serie de principios contra las limitaciones de las convenciones políticas, sociales e íntimas. Se pueden encontrar precedentes en muchas obras diferentes de generaciones anteriores, desde los escritos del montevideano Isidore Ducasse (Conde de Lautréamont) hasta las afirmaciones místicas en la poesía de Rabindranath Tagore. Esto no quiere decir que estos escritores fueran surrealistas, sino que algunos aspectos de su obra contribuyeron a alimentar el intercambio de estas ideas y actitudes en muchos lugares, haciendo que la libertad de expresión poética y pictórica se alineara con una demanda de libertad política y social. Como dijo la escritora martinicana Suzanne Césaire (activista anticolonial y feminista), el surrealismo dio un impulso adicional a la demanda de liberación del colonialismo: «Los frutos impacientes de la revolución brotarán», escribió.

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