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Universidades desafiadas: Cancilleres advierten que el dinero del gobierno de Milei solo durará hasta mayo

El problema que aflige a las universidades argentinas es bastante fácil de entender: a pesar de que la inflación anual supera el 250 por ciento, sus presupuestos para 2024 serán los mismos que en 2023.

Desde hace semanas, el secretario de Educación, Carlos Torrendel, y el subsecretario de Política Universitaria, Alejandro Álvarez, reciben visitas de rectores de todo el país. Los escuchan y luego repiten la misma respuesta: No hay plata («No hay dinero»).

Aunque en una u otra reunión se discutió la intención de aumentar las asignaciones para gastos operativos en un 65 por ciento, los funcionarios del gobierno continúan negándose a confirmar el hecho.

Mientras tanto, las consecuencias de la nueva era económica de Argentina comienzan a observarse en las instituciones de educación superior. Algunas universidades han declarado emergencia económica, restringiendo el número de estudiantes por carrera, sacando oficinas de alquiler, suspendiendo la compra de insumos, servicios y equipos o echando mano de sus ahorros.

Las voces más alarmistas del sector dicen que, salvo que la situación cambie, no podrán garantizar clases más allá de abril o mayo.

Las tensiones están aumentando. A finales de febrero, el grupo de rectores del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) publicó un comunicado advirtiendo de la gravedad de la situación. A partir de entonces, las autoridades de cada universidad, junto con organizaciones sindicales de docentes, personal no académico y estudiantes, se han manifestado activamente en todas las provincias para exigir una actualización de las cifras. El jueves pasado, la agrupación sindical Frente Sindical de las Universidades Nacionales convocó a un paro de 24 horas para el jueves pasado.

Cuando asumió el gobierno de Milei, el CIN pidió un aumento de 300 por ciento del presupuesto 2023 para este año, de 752 mil millones de pesos a unos 2,25 billones de pesos.

La austeridad en el gasto público propuesta por el gobierno del líder libertario se combina en este caso con la visión negativa de la administración sobre las universidades. Si bien los encuentros privados son cordiales, en público el gobierno los ha seleccionado como un nuevo enemigo.

Cancilleres en alerta

Argentina tiene 55 universidades públicas nacionales. El presupuesto nacional proporcionado por el Estado se utiliza para cubrir salarios y costos operativos más allá del funcionamiento normal de las clases.

Martín López Armengol, rector de la Universidad Nacional de La Plata, explicó en entrevista que el universo afectado es mucho más amplio de lo que parece a primera vista. «En nuestro caso hay 17 facultades, cinco colegios, los comedores, el albergue, todo lo relacionado con el bienestar, las becas y las obras de infraestructura, todo eso entra en nuestra preocupación general», dijo Armengol. Perfil.

Guillermo Durán, decano de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), enfocó tres puntos de conflicto: el congelamiento de los costos operativos, las negociaciones colectivas sobre salarios de docentes y personal no académico limitado a “sólo” el 16 por ciento de la institución, y la “asfixia” que enfrenta el sistema de ciencia y tecnología.

“Lo que está pasando con la ciencia y la tecnología afecta directamente a las universidades. Muchos de los académicos e investigadores trabajan en las distintas facultades. Y ahí tiene otro problema: el año pasado se anunciaron 1.300 becas del CONICET y al final sólo se otorgarán 600. ¿Qué implica eso? Que muchos de estos estudiantes se vayan del país o se pasen al sector privado”, dijo Durán en entrevista. “A eso habría que sumarle la negociación colectiva [talks] estar muy alejado del 70 u 80 por ciento de inflación, por lo que las pérdidas salariales reales de los profesores y del personal no académico serán brutales”.

Durán dio un ejemplo particular de trabajo gubernamental. El edificio que alberga la facultad de Ciencias Exactas, Cero + infinito, fue concebido durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner, construido durante el gobierno de Mauricio Macri e inaugurado en el gobierno de Alberto Fernández.

En la época de Macri se acordó que el Estado se haría cargo del mantenimiento durante 10 años a cambio de un piso cedido por la UBA. Desde que Milei asumió el cargo, las empresas que prestan servicios de mantenimiento, limpieza y seguridad –SES, Clarity, Cruz de Malta y Maxsegur– han dejado de recibir dinero.

El pasado 29 de enero uno de los contratos expiró “sin garantía de renovación”, relató Durán. ¿La consecuencia? Abre la puerta para que tanto las empresas como la UBA puedan iniciar acciones legales contra el Estado por incumplimiento de contratos firmados por el exministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao.

Enrique Mammarella, rector de la Universidad Nacional del Litoral, asegura que la austeridad de Milei ya está teniendo su impacto.

“Nuestras actividades ya no pueden ser regulares. En esta época del año iniciamos con el mantenimiento preventivo, el servicio y calibración de equipos, la compra de químicos y algunos productos del exterior para investigación. Gran parte de eso hoy ha sido suspendido o pospuesto”, dijo. Perfil.

Según Mammarella, «si no hay solución» a la crisis, «los problemas se volverán más complejos».

“En nuestra universidad, que tiene cerca de 105 años, hay edificios que son patrimonio histórico nacional, lo que obliga a realizar tareas de mantenimiento constante”.

En el caso de la Universidad Nacional del Litoral, las autoridades han decidido utilizar fondos propios provenientes de patentes y sesiones de know-how con el sector productivo generando contratos o regalías.

El presupuesto que envía el Gobierno nacional a las universidades siempre contempló que el 90 por ciento sea destinado a salarios y el resto a costos operativos. Y todos los cancilleres coincidieron en que esta no es una situación nueva: ni en 2019 ni en 2021 el Congreso aprobó un presupuesto nacional, lo que provocó el uso del anterior.

Sin embargo, en esta ocasión, la emergencia económica y la inflación ponen a las universidades en mayor riesgo.

motosierra para estudiar

En algunas universidades la situación es dramática. La Universidad Nacional de Comechingones, con sede en Merlo, provincia de San Luis, anunció que se ha visto obligada a abandonar las oficinas administrativas que tenía alquiladas por falta de efectivo. La gran duda en el corto plazo es cómo brindar los servicios básicos.

“El año pasado pagamos 800.000 pesos por la electricidad, ahora no sabemos cuánto tendremos que pagar”, dijo a la prensa local la rectora de la universidad, Agustina Rodríguez Saá.

La Universidad Nacional de Quilmes informó a potenciales estudiantes que “debido al congelamiento presupuestal que sufren las universidades públicas, habrá nuevos topes [on numbers] sobre la inscripción a los cursos”. Las autoridades también explicaron que no podrán “costar cursos adicionales ni contratar profesores adicionales”.

Una decisión similar fue anunciada por la Universidad Nacional de Hurlingham, quien dijo: “Estamos utilizando todos los canales de recuperación posibles y disponibles para que las autoridades del gobierno nacional revisen esta decisión y cumplan con el presupuesto universitario para 2024 que fue acordado por todos los cancilleres de la nación”.

Marcelo Alba, rector de la Universidad Nacional del Centro en la provincia de Buenos Aires, dice que, según sus proyecciones, el presupuesto de la institución alcanza «para pagar los salarios hasta mitad de año».

La Universidad Nacional del Comahue, compartida entre las provincias de Neuquén y Río Negro, ni siquiera llegará tan lejos. La Municipalidad de Neuquén desembolsó 50 millones de pesos para el mantenimiento del comedor universitario.

“Estamos equilibrando [our budget] con las sobras pero si esto no se soluciona rápido, en abril o mayo, estaríamos gastando lo poco que nos queda”, dijo la canciller Beatriz Gentile.

La Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Oeste anunció cambio de sede para evitar el alquiler. El pasado 22 de febrero trasladó sus instalaciones de Merlo a San Antonio de Padua.

Muchas universidades a nivel nacional ya declararon emergencia económica y el tema ya llegó al Congreso. La diputada de Unión Cívica Radical Marcela Coli presentó un proyecto de ley para actualizar el presupuesto destinado a las universidades.

“La preocupación es enorme y cotidiana para las universidades y todo el sistema educativo pero evidentemente el gobierno nacional no comparte esta preocupación”, dijo Perfil.

¿Austeridad ideológica?

Durante su exitosa campaña electoral del año pasado, Milei insistió en que introduciría un sistema de bonos educativos. Desde que asumió la presidencia, le han gustado las publicaciones en las redes sociales que proponen tarifas para todas las materias que no sean “ciencias duras”.

El funcionario encargado del diálogo con los cancilleres, el citado Álvarez, los responsabiliza del “decadencia” educativa. Afirma que desde 2018 reina un ambiente de “sovietización” en los claustros universitarios.

En su cuenta de red social X, Álvarez publicó un enlace a un artículo que escribió para un libro llamado El resurgir de la Argentina, escrito por Pedro Luis Barcía. En el texto, el funcionario critica brutalmente el sistema universitario argentino e insiste en los orígenes de sus rectores, a quienes vincula con las “corporaciones” políticas.

En línea con la postura de La Libertad Avanza como partido, Álvarez también cuestiona la creación de “nuevas universidades”. En febrero el gobierno decidió suspender la apertura de cinco universidades creadas por ley del Congreso durante la administración anterior: las universidades de Madres de Plaza de Mayo, Pilar, Río Tercero, Ezeiza y Delta.

Recientemente, el portavoz presidencial Manuel Adorni declaró en conferencia de prensa que “la creación de universidades se ha convertido en un negocio más para los políticos”.

Aunque los cancilleres acudan a las reuniones y el diálogo sea cordial, al menos en público el gobierno de La Libertad Avanza no da señales de acercamiento. Todo lo contrario.

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