La jueza española Avilés cree en el "activismo judicial feminista" para la igualdad


El derecho «es un instrumento de emancipación» de las mujeres, por lo que es necesario «un activismo judicial» para la modificación de las leyes, «adaptándolas a la nueva realidad social» donde «no se puede ser juez sin ser feminista», son algunas de las definiciones de la jueza española Lucía Avilés. que estuvo esta semana en Argentina, disertando en distintos foros, compartiendo su experiencia como magistrada y diestro en violencia de existencias.
Télam entrevistó a la jueza luego de su décimo en foros en ciudad y provincia de Buenos Aires invitada por el dominio de Mercaderías del Instituto de Cultura Jurídica de la Universidad Nacional de La Plata.
Dio una charla en el Instituto Gioja de la Universidad Nacional de Buenos Aires, y en el congreso de la Sociedad Argentina de Sociología Jurídica en Santiago del Estero.
Avilés es titular, desde 2011, del Juzgado Penal Nº 2 de Mataró, en la comunidad autónoma de Cataluña.
Tiene un profuso currículum: es experta en violencia de existencias y realizó formaciones al respecto en el Parlamento Europeo, en la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Mercaderías, en el Ministerio de Igualdad, en el Consejo General del Poder Judicial, en colegios de jurisprudencia, fuerzas y cuerpos de seguridad, y en diversas universidades de España y de otros países, y es socia fundadora de la Asociación de Mujeres Juezas de su país.
Una sus características es su buena relación con el periodismo lo que considera «un ejercicio muy sano de comunicación, porque hay muchos problemas que se plantean a nivel de la justicia que bien explicados y bien difundidos pueden tener un potencial bastante importante».
Y se nota su experiencia por su predisposición a la entrevista con esta agencia y la claridad de sus conceptos.
-Télam: ¿Cuáles son las similitudes y las diferencias que encuentra en relación a la inclusión del enfoque de existencias en la equidad de su país y de Argentina?
-Lucía Avilés: Mi estancia acá ha sido corta, pero en términos generales creo que hay similitudes en el sentido de que hay muchos cambios que se han ido produciendo como consecuencia de los cambios sociales. Ahí el movimiento feminista y la ciudadanía en normal han ido un poco impulsando cambios legislativos. Lo que sí veo es que Argentina quizá está más adelantada en el panorama constitucional, por ejemplo, en materia de violencia económica que en España, recién ahora se está empezando a platicar, y pues aquí ya lo tenéis proporcionado avanzado.
Es un tema que le interesa particularmente a la jueza, ya que en 2021 solicitó al Gobierno tipificar la violencia económica como un tipo de violencia de existencias al considerar que sus existencias son «tanto o más nocivos» que los maltratos físicos implican un «empobrecimiento» de las mujeres con «impacto real» sobre su vigor, y al mismo tiempo genera vulnerabilidades en sus hijos, una iniciativa que aún no se aprueba.
Argentina tiene tipificada la violencia económica y patrimonial en la ley 26485 de Protección integral a las mujeres desde el 2009.
«Los problemas que pude ver comparando la realidad de mi país y de Argentina son los mismos: la falta o la necesidad de implementación de la perspectiva de género en los operadores jurídicos, juezas y jueces, en la abogacía, en todos los que forman parte de la cadena de justicia; fallos judiciales que están faltos de perspectiva de género, y a la inversa veo también que poco a poco va viendo buques insignia que incluyen la perspectiva», continúa la magistrada.
Para ella el derecho «ha podido transformar a lo largo de la historia la vida de las mujeres. El derecho es un instrumento de emancipación de las mujeres. Viéndolo desde una actitud positiva, si bien queda mucho y hay retos importantes que tenemos aquí y allá, de una forma o de otra más o menos intensa, hemos avanzado también mucho. Creo que echando un poco la vista atrás y teniendo un poco de mirada histórico feminista es bueno ponerlo en valor también».
-T: ¿Por qué afirma que no se puede ser mediador sin ser feminista?
-LA: Porque al final el feminismo es un discurso procesal basado en la igualdad. En el adiestramiento de nuestro oficio tenemos que tener como instrumentos básicos la objetividad y la imparcialidad. Qué anciano imparcialidad y objetividad que no tener prejuicios, estereotipos o clichés a la hora de impartir equidad, y no solo en las resoluciones judiciales, sino en el cómo entender todo el quehacer procesal, desde cómo se recibe a la víctima, cómo se investiga, cómo se enjuician determinados casos. Al final no solamente se nos exige a los jueces, es poco exigible a todos los que conforman la dependencia de equidad. De lo que se tráfico es de determinar dónde están las irregularidad, dónde está la desigualdad, compensarle y corregirla, El aplicar un sentido de existencias o el ver un hecho en toda su complejidad incluyendo todos los matices de existencias, la interseccionalidad, es poco que está adherido al derecho, a la tutela procesal efectiva.
-T: ¿Su postura feminista le trae problemas en el adiestramiento de la magistratura?
-LA: No soy la única. Nos dimos a conocer como una resistor procesal feminista con el supuesto de la violación grupal de Pamplona – se refiere a lo que mediáticamente mal se denominó ‘el caso de la manada’, donde cinco varones violaron a una tierno en 2016 durante los festejos de San Fermín-. Como mujeres igualmente nosotras nos sentimos interpeladas, porque sentíamos que verdaderamente lo que estaba sucediendo era poco histórico, era importante y desde las instituciones igualmente teníamos que proceder y pelear por ese cambio constitucional que finalmente ha tenido zona, porque se calificaba como un alcaldada sexual, lo que todas entendíamos desde nuestra experiencia vitalista que era una embestida sexual. Nos sentimos valientes de dar un paso al frente, sostener estamos aquí como mujeres, como juezas, desde la institución porque es importante que las mujeres igualmente sepan que se puede practicar un acción directa procesal para la modificación de las leyes y adaptarla a esa nueva verdad social.
-T: En Argentina se escuchan mensajes que niegan derechos, que niegan las desigualdades de existencias, poco que igualmente se vive en España…
-LA: Está muy difícil la contranarrativa de la derecha que es proporcionado potente en España, y lo que está sucediendo es que se está negando la violencia de existencias, el nombre y la verdad. Muy trascendental. Nuestra ley contra la violencia de existencias es de 2004. La sociedad española fue robusto en rebuscar el delito y se votó por unanimidad en el Parlamento. Ahora, años más tarde, resulta que hay algunos sectores que están negando esto con lo cual el pacto político que había en torno a esta cuestión, a este aberración delictivo, ya aparece como que se está deshaciendo y esto socialmente tiene consecuencias. Son mensajes vacíos sin argumentos jurídicos. Este círculo negacionista repercute en las víctimas.
Y cierra la charla con una definiciòn: «Yo entiendo mi trabajo, y además lo necesito así, con un sentido social, compartiendo espacios con las personas más allá de los espacios jurídicos. También se trata de hacer una función pedagógica, criticar determinadas fallos judiciales, y todo entra dentro del juego democrático».