Nación

«Quiero justicia para mi hija», crónica de un abuso sexual

«No los quiero, son feos y no me los voy a volver a poner», gritó la nena llorando evitando mirar sus zapatos nuevos de color negro. Solamente los había usado una vez. Luego, los había escondido para que nadie los encontrara. Luz, su mamá, se sobresaltó y se quedó con los zapatos en la mano. No entendía. La pequeña, de seis años y a quien llamaremos AA para resguardar su identidad, había deseado mucho esos zapatitos tipo tenis y ahora los detestaba.

Esa fue la primera alarma, luego los dibujos extraños y un día, cuando la encontró sin bombacha y con manchas de esmalte desde su vulva hasta sus tobillos, habló con ella y comprendió que su hija había sido abusada por un vecino que había servido en su casa como albañil.

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Con la consigna «Con los niños no», vecinas marcharon este mediodía para reclamar justicia por la niña. Fue en el límite de los barrios Don Alfonso y  Manuelita. Cuando llegaron a la casa del imputado, sobre la calle Pichincha al 2600, las mujeres reclamaron que se entregue. Luego, hablaron de la problemática del abuso sexual en la placita frente a la escuela 14, donde concurre la víctima.

Luz y sus hijas de 6 y 17 años llegaron de Colombia hace cuatro años y se instalaron en una casa de San Miguel. De lunes a viernes, Luz salía a trabajar a las seis de la mañana. Para no dejar las niñas solas contrató el servicio de cuidado de la esposa del albañil.

«El papá de (nombre del hijo del albañil) me tocó mis partes íntimas. Cuando la mamá de su esposa se enfermó, se fue al médico y me dejó sola con él. Yo apretaba mis piernas para que no me toque más pero el se reía y no paraba», le contó la niña a su mamá. Angustiada, Luz le preguntó por qué no había gritado, pedido ayuda. La menor respondió que el hombre la había amenazado, que le había dicho que ese debía ser su secreto. Ese diálogo madre – hija fue el 22 de junio. Al día siguiente, Luz radicó la denuncia.

Según sus palabras, tanto en la Comisaría de la Familia y la Mujer de San Miguel como en la Justicia subestimaron el hecho por tratarse de un «delito menor». La burocracia judicial y municipal no brindaron la respuesta inmediata que Luz y su familia necesitaba. «Agradezca que su hija no está muerta», la violentó un fiscal de San Martín luego que una psicóloga suspendiera la Cámara Gesell. Solo cuando la noticia apareció en los medios -tres meses después- un empleado del área de Seguridad se acercó a la casa de Luz a ofrecer los servicios de un abogado y un psicólogo. «No entendemos por qué no lo supimos antes», se disculpó. Días posteriores a la denuncia Luz recorrió cada uno de los lugares que le indicaron para un servicio de psicólogo. No lo consiguió. Luz no solo sufrió el abuso sexual contra su hija, sino que también fue víctima de un Estado que no la acompañó.

La causa se inició el 23 de junio en la la Fiscalía 14 de San Martín a cargo del fiscal Mario Marini. La carátula es «abuso sexual» y el único imputado identificado como Fabián Canteros no está detenido y se harán pericias en octubre, según informaron desde fiscalía a Diario PH.

Días atrás, AA y su mamá iban en un auto por su barrio y se cruzaron al acusado, quien no las llegó a ver. Pero la nena sí lo vio y se puso muy mal. «Como mamá quiero justicia», rogó Luz a Diario PH.

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