NaciónSan Miguel

Frente a la soberbia de los privilegiados, la solidaridad de los humildes

Las imágenes se multiplican en los medios y causan la indignación generalizada que se expresa, por ahora, en las redes sociales. Personas que rompen la cuarentena en una demostración de profundo desprecio por el prójimo. No hace falta enumerar ejemplos ya que inmediatamente vendrá a la cabeza de la lectora o lector el caso que le despierte mayor enojo. De tal gravedad es la situación que la multiplicación de estas situaciones sumada al embotellamiento en los ingresos vehiculares a la Ciudad de Buenos Aires han provocado el enojo del presidente Alberto Fernández, quien advirtió: “Lo que no entra con la razón, va a entrar con la fuerza”.

Hay un hilo común en todos los casos de incumplimiento de la cuarentena. Todos ellos fueron protagonizados por personas que pertenecen al sector privilegiado de la sociedad. Aquellas que pueden viajar al exterior, contratar personal doméstico, tener casas de veraneo y hasta embarcaciones de lujo. Estos sectores han demostrado en esta crisis el desprecio al otro y su creencia de estar por encima de las reglas que rigen para el común de las personas.

Se evidencia más esta situación cuando se contrasta con los actos de solidaridad que también salen a la luz en medio de la pandemia.

Héctor C. es vecino de San Miguel y vive en una casa humilde del Polo en Barrio Mitre. Aunque prefirió que no se diera a conocer su identidad, se comunicó con Diario PH para contar la situación por la que están atravesando aquellas personas que no tienen trabajo ni son acreedoras de beneficios como la Asignación Universal por Hijo. Héctor contó en particular el caso de una vecina a la que viene asistiendo desde el comienzo de la cuarentena. Con la voz quebrada, como se escucha en el audio, habla de la mujer que tiene 3 hijos: “El viernes no tenían para comer y yo les acerqué un poco de mercadería. Y hoy una vecina de un kiosko me dio pan del día anterior y le alcancé un poco también”.

El vecino de San Miguel también advirtió sobre la situación de los comedores en el barrio: “(…) había un comedor acá que antes de la cuarentena ya había cerrado (…) Los comedores hasta el viernes estuvieron abiertos. El sábado no”. También se refirió a las situaciones de especulación con los alimentos. “El viernes tenía el pan a 75 pesos (el kilo) y hoy lo venden a 100. En algunos lados a 110 pesos”, explicó.

El acto de solidaridad de esta familia debería, por lo menos, sonrojar a aquellas personas que siguen reaccionando con total insensibilidad ante la crisis. La familia de Héctor C. cuenta como ingreso asegurado únicamente las AUH y no dudó el dinero para ayudar a su vecina: “Como hace poco empecé a cobrar la Asignación he guardado plata. Hasta hoy tenía plata. Supuestamente el viernes nos dan el bono y ahí guardaremos para estirar hasta que pase todo esto. Pero hay gente que no tiene nada”.

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