Existe un bajo Tortuguitas
Los barrios fabriles que dan la bienvenida por el acceso de Panamericana, las coquetas quintas de fin de semana que surgen tras la ruta 8 y la comercial estación de tren encuentran su contracara en medio del territorio.
La basura y la despoblación se mezclan con los terrenos tomados y la falta de asfalto (sin mencionar el agua corriente y otros servicios)
Los perros callejeros que proliferan exponencialmente acarreando sus enfermedades frutos del abandono y la mala alimentación, los niños que juegan sin problemas frente a un terreno donde los pastizales les cubrirían la cabeza si se animasen a entrar.
Traigan sus botas largas y su plano para explorar las tierras perdidas de Parque Alvear.
De igual manera no hay que ir muy lejos, a dos cuadras de la estación de trenes y a una de un colegio, en la rotonda que da la vuelta a una plazoleta sobre la calle Almirante Brown toda una manzana que está completamente desabitada opera de basurero comunal en sus laterales cuando menos, porque la pestilencia a quien recorre la calle aledaña y el incesante mosquerío revoloteando sobre algunas bolsas en particular nos sugieren que este terreno es también cementerio de animales.
La impunidad de sus vecinos –que por supuesto no son los vecinos inmediatos- para llevar a cabo la contaminación es tal que se atreven a ir por más. Es aquí donde los vecinos legítimos se encuentran con los visitantes, los carteles pidiendo DENUNCIE se elevan sobre la cobardía justificada de los contribuyentes que ven un Estado ausente en la usurpación.
Los complejos habitacionales son promocionados con pompa y platillo por la comuna pero los usurpadores siguen ahí, en sus chozas, sobre tierras que no son suyas. Ocupas que no disminuyen y que hacen preguntar ¿y los complejos para quiénes son?
En Parque Alvear hay muchos terrenos baldíos, la mayoría de las casas figuran como tal y por tal caso la recolección de residuos contratada por el municipio hace su pasada semanalmente en vez del diario de otras zonas. Pero la basura que se acumula no es de dos casas por cuadra, sino de diez o más. Los vecinos que están de paso encuentran desagradable esta pestilencia y concurren casi siempre al terreno de enfrente, o al de atrás… o al de unas cuadras, aquel terreno baldío que sobra en Parque Alvear y que se convierte en el basurero comunal.
Cuando finalmente el recolector de residuos pasa por la basura claramente ignora los tiraderos de barrio que le son ajenos y estos continúan ahí, acumulándose hasta que un vecino adyacente cansado debe prenderle fuego y eliminar por un momento la molestia que persistirá.
Los perros callejeros, que como se dijo son un poco demasiados, buscan desesperadamente algo que comer y no tardan en detectar un foco tan pestilente como los tiraderos comunes. La basura es desparramada por toda la cuadra y aún más allá se ven regados pañales abiertos y demás. De esa fuente de alimento se deben alimentar más que los perros y es que ¿alguien sabe que esconden los matorrales de los terrenos privados que se ven claramente dejados a su suerte? Las enfermedades corren con el paisaje perfecto.
La falta de asfalto –que fue designado a lugares más importantes en consideración- en días de lluvia hace intransitable el paso por las calles del pintoresco Parque Alvear. Solucionaríamos esto con alguna línea de colectivo pero… ¿adivinaron? Sólo hay una que para esperarla de todos modos hay que atravesar el fango.
Para los que se quedan en casa, los buenos vecinos que pudieron pagarlo y los que se arremangaron, tienen zanjas a las salidas de sus casas, impide que el agua invada la calle y contribuya al barro y también es de mucha ayuda para cierto invasor. Los mosquitos se reproducen en agua estancada y cálida ¿el dengue les suena?