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Alberto González: torturador de la ESMA y mentor del vicepresidente

Los dos chalets son idénticos. Tienen dos dormitorios, un baño y una cocina, aunque en distintos rincones de la base naval de Zárate. Por lo tanto, las visitas necesitaban una buena coordinación logística: quién preparaba la comida, quién preparaba las bebidas y en qué casa se reunían.

Alfredo Astiz pasó por el lugar de Alberto González, como el mayor de los amigos que eran. Ambos egresaron de la Escuela Naval en el año de su centenario, iniciando sus estudios en 1968. Algunos años después sus caminos se volvieron a cruzar en la academia de ingenieros navales ESMA (Escuela de Mécánica de la Armada). Ya no eran jóvenes estudiantes sino dos engranajes centrales de una maquinaria sanguinaria que destrozó a 5.000 personas con sólo unos pocos supervivientes. Durante la dictadura se enfrentaron: ambos estaban enamorados al mismo tiempo de la misma mujer, una montonera de 20 años detenida en la ESMA. Fue González quien salió victorioso y no por elección de la niña, quien fue violada y torturada sistemáticamente por él.

Pero todo eso es una vieja historia. Ahora tienen otros problemas: Néstor Kirchner ha llegado a la presidencia, las leyes de “Obediencia Debida” y “Punto Final” han sido anuladas y los juicios por crímenes contra la humanidad han sido reactivados. Ahora Astiz y González se encuentran en prisión preventiva por los secuestros, torturas y desapariciones forzadas en las que participaron.

Sin embargo, piensa Astiz mientras abre la puerta de González en la base de Zárate, las cosas no están tan mal. Al menos se les permite recibir a quien quieran para pasar una agradable velada que está a punto de pasar como protagonista. Eso era lo que tenía en la cabeza cuando Victoria Villarruel salió de la cocina y le dice lo que ya huele: que la cena está a punto de ser servida.

Es el año 2005. Mientras come, Astiz escucha la idea de González de crear una asociación de la sociedad civil para hablar de “los otros muertos”, brindando una “memoria completa” de la dictadura militar de 1976-1983 y los años previos a ella. . Sentado junto al anfitrión, Villarruel toma nota en silencio.

Robot

Alberto Eduardo González nació el 26 de octubre de 1950, en la Capital Federal, hijo de Francisco Alberto e Inés Edith Di Lorenzo. 'El Gato' (“el gato”), como lo llamaban en los “años plomizos” de la dictadura, es un teniente comandante de marina retirado y profesor de historia naval.

Pero eso no es todo lo que hay en su biografía. También fue oficial de inteligencia en el grupo de trabajo ESMA Grupo de Tareas 3.2.2, comandado por Jorge 'El Tigre' (“el tigre”) Acosta, uno de los represores más notorios y temidos de aquellos años sombríos. González estuvo en la ESMA en ese cargo entre el 1 de marzo de 1977 y el 17 de mayo de 1979. Astiz también fue miembro.

Ese grupo de trabajo no es una página más. Ocupa un lugar central en el período más triste de la historia argentina, formando parte clave de lo que se conoció como los “vuelos de la muerte”. En los fundamentos de su posterior condena a González a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad, los jueces del tribunal describieron así a este grupo: “Realizaba operaciones ofensivas: es decir, salía a detener a sospechosos –según ellos– de vínculos con la 'subversión' o 'organizaciones terroristas' que procesan los datos. Tales operaciones ofensivas comprendían el ciclo de detención, interrogatorio, encarcelamiento y resolución final del caso, es decir, secuestro, tortura y privación de libertad en un centro clandestino de detención, terminando en muerte o desaparición forzada”.

González ocupaba una posición destacada dentro de esa maquinaria sanguinaria, o al menos logró convencer de eso a Emilio Massera –el 12 de septiembre de 1978, el comandante en jefe de la Armada lo condecoró por “honorable valor en combate” para “recompensar hazañas heroicas” en “operaciones de combate reales”.

Sin embargo, mientras 'El Gato' efectivamente participó en la organización de los secuestros y las operaciones como tales, su terreno estaba en otra parte del «sótano», el rincón más aterrador de la ESMA. Ese fue el primer lugar donde los militares enviaron a los secuestrados para torturarlos y donde había pequeñas celdas donde los detenidos eran recluidos en condiciones inhumanas. “El sótano” fue también el último lugar visto por miles de desaparecidos enviados allí antes de ser asesinados.

En aquel infierno los hilos los manejaba Alberto González, quien estaba a cargo de “los casos”, como decían en la ESMA. “Su función específica consistía en obtener información mediante tortura y planificar el uso de esa información”, se lee en el veredicto que lo condenó.

El terreno de González se encontraba en otra parte del “sótano”, el rincón más aterrador de la ESMA… es el último lugar visto por miles de desaparecidos enviados allí antes de ser asesinados.

La montonero Silvia Laybarú, de 20 años y con cinco meses de embarazo, tuvo la desgracia de terminar ahí. González y Astiz se enamoraron de ella y compitieron por quién sería el primero en llevársela por la fuerza.

Como relata Laybarú en una escalofriante narración en un libro sobre ella, 'El Gato' no sólo la violó en la ESMA, sino que lo hizo con una violencia fenomenal por haber desarrollado sentimientos hacia ella. Desde el sótano la llevó a su casa, donde repitió la operación pero con un giro macabro más, que involucraba a su entonces esposa. Eso sucedió con su hija de dos años en la habitación de al lado.

“Al principio lo tomé como parte de la tortura pero siempre claro que estar obligado a participar en los juegos eróticos de esa pareja me hizo ver muy claro que lo que hacían esas personas no tenía absolutamente nada que ver con la lucha contra la subversión. ¿Cómo ayuda a esa lucha ser violada por la esposa de un oficial? ¿Qué tiene que ver con eso? Son tan cristianos, tan éticos… ¿para qué sirve ser violada por la mujer de un oficial naval? [towards that]?” dijo en una entrevista con Perfil periódico que acompaña el lanzamiento del libro escrito por Leila Guerreiro sobre ella y su historia, la llamada.

Hoy González cumple tres cadenas perpetuas: una en el caso ESMA II por su papel en la desaparición de 86 personas, en el caso ESMA III por otras 789 víctimas y finalmente por la violación de Laybarú y otras dos mujeres. El 15 de agosto de 2021, un tribunal de Argentina convirtió a González en la primera figura de la dictadura militar condenada por delitos sexuales.

Pero 'El Gato' No es sólo eso, también es el mentor del actual vicepresidente de Argentina.

El lado oscuro

“De todos los ex ESMA con los que se pudo haber mezclado Villarruel, González es el peor”, dice el periodista Uki Goñi, autor de El infiltradoel libro sobre Astiz que fue central en el juicio que condenó a ambos, en él suele aparecer “González Menotti”, otro de sus apodos.

Villarruel conoció a González a través de otra persona que estaba “orgullosa” de haber participado en la “lucha contra la subversión”, como él la llamó, y que luego también fue condecorada por su labor: su padre Eduardo Villarruel.

Villarruel padre y González compartían el amor por la historia ('El Gato' estudió esa materia durante los años de democracia en la Universidad de Belgrano, de la que también es egresado Javier Milei, curiosamente). A ambos les gustaba especialmente la historia naval. En 1989, informa el periodista Ricardo Ragendorfer, González fue nombrado investigador jefe del Departamento de Estudios Históricos.

La influencia de González sobre Villarruel es enorme. “Es como mi segundo padre”, habría dicho ella en su círculo íntimo. Varios otros también dan testimonio de ello.

“Lo conocí [González] por Villarruel. Fuimos juntos al penal y le mostró el libro que estaba escribiendo, que luego Victoria firmó”, relató Cecilia Pando, otra mujer de este mundo militar.

Esto lleva a otra historia: tanto dentro como fuera del registro, muchos insinúan que los libros que la vicepresidenta publicó anteriormente como suyos (Los llaman jovenes idealistas y Los otros muertos) no eran de su propia autoría.

“Alberto formó a Victoria y escribió los libros que ella firmaba como propios”, asegura Segundo Carafí, dirigente del partido NOS de Juan José Gómez Centurión, al que Villarruel se unió brevemente y del que su hermana y su madre eran miembros con carnet.

Este comentario fue secundado en redes sociales por Nicolás Marquéz, uno de los ideólogos preferidos del Presidente. En privado el escritor de Libro negro de la nueva izquierda Es más crudo: asegura que Villarruel y González fueron pareja anteriormente.

Otro personaje importante del grupo de familiares de militares encarcelados dice lo mismo, aunque insiste en apagar la grabadora.

“Fui a visitar a Alberto varias veces a la cárcel mientras él escribía esos libros. Victoria sólo iba cuando la esposa de Alberto no estaba. La fundación CELTYV de Villarruel fue obra de Alberto, siempre fue su idea contar el panorama completo”, dijeron.

Personas cercanas a la vicepresidenta afirman que los libros fueron escritos por ella. Prefieren no comentar sobre el vínculo con González. Un dato no deja de resultar curioso: Villarruel ha publicado dos libros de cientos de páginas, pero nunca ha destacado ni siquiera por escribir artículos.

Actualmente

Desde la base naval de Zárate, González fue trasladado al penal de Marcos Paz y luego a la cárcel de Ezeiza donde hoy se encuentra detenido en el complejo penitenciario VII junto a Astiz y otros condenados por crímenes de lesa humanidad.

Villarruel se mantiene en contacto con él hasta el día de hoy, afirmaron familiares de los presos allí detenidos, así como dos de sus excolaboradores.

“Cada vez que tienes dudas y sobre cualquier tema importante, Victoria se comunica con él. Es una especie de guía para ella”, aseguran.

“La fundación CELTYV de Villarruel fue obra de Alberto, siempre fue su idea contar el panorama completo”.

Cerca del vicepresidente también se encuentran otras figuras turbias. Este diario ha revelado que el represor Luis Patti, que cumple tres cadenas perpetuas por secuestros y asesinatos, invirtió dinero en su primera campaña con Milei. Otro fue Raúl Granillo Ocampo, ministro de Justicia de Carlos Menem y autor de indultos a casi 200 oficiales de las Fuerzas Armadas acusados ​​de crímenes de lesa humanidad. Como diputado nacional, Villarruel tuvo como asesor a Marcelo Cinto Courtoix Junior, hijo y homónimo de otro temido represor.

Página/12 periodista y Veces La colaboradora Luciana Bertoia ha revelado que desde que asumió la vicepresidencia, Villarruel contrató a María de las Mercedes Torres –hija de Fernando Torres, condenado a cadena perpetua por sus crímenes en Tucumán durante la dictadura– para trabajar con ella en el Senado, junto con con María Guadalupe Jones, la hija de Juan Carlos Jones Tamayo, otro condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad.

Otra pregunta importante flota sobre esta historia a medida que transcurre el primer aniversario del gobierno de Milei-Villarruel, el 24 de marzo: ¿cuál fue el vínculo real entre el actual vicepresidente y el ex líder de la Junta, Jorge Rafael Videla, el hombre que desencadenó el golpe de Estado ese mismo día? ¿fecha?

En la misma ocasión en que Pando reveló que conoció a González a través de Villarruel, agregó otro detalle: que había conocido a Videla gracias a ella.

Pedro Mercado, esposo de Pando y militar retirado, también publicó una larga carta en Facebook donde, entre otros temas, habló de ese encuentro. Según su relato, el vicepresidente era una especie de secretario del dictador, organizando reuniones con él desde fuera de prisión.

Villarruel ha negado esta versión de los hechos, asegurando que había visto a Videla «dos como mucho, quizá tres veces» y que había sido para «entrevistarle» para su libro. Los llaman jovenes idealistas. Sin embargo, esta refutación plantea interrogantes importantes. Uno es casi ingenuo: ¿es posible encontrarse con alguien como Videla sin recordar exactamente cuántas veces? ¿Es tan olvidable estar cara a cara con el dictador más sangriento de la historia argentina?

Pero también hay otra pregunta. Noticias tiene acceso a la primera edición del libro de Villarruel, publicada en 2009. El número de menciones a Videla en él es cero, ni una sola. Y no sólo eso: el libro termina con el golpe de 1976. Si Villarruel utilizó su charla con Videla como información extraoficial sin nombrar su fuente, eso contradice la idea de “entrevista” según su propia seguridad, lo que implica que el testimonio conste en acta. Hay, eso sí, otra edición de 2018, que está agotada y es imposible de conseguir. ¿Allí se encuentran las entrevistas a Videla? Eso sería llamativo… teniendo en cuenta que murió en 2013.

Todavía hay mucho misterio sobre la historia entre Villarruel y algunas de las figuras más temidas de la dictadura militar de 1976-1983.

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