San Miguel

Carta urgente al intendente Jaime Méndez

Marisa tiene 44 años, está cansada y a cada rato se le inundan los ojos de lágrimas. Pide perdón y da un respiro largo para contar su historia en su casa de Rosa Mística, en San Miguel.

Hace poco menos de un año descubrió que su hija de diez años fue víctima de abuso sexual intrafamiliar. Inmediatamente Marisa dejó sus trabajos en la Ciudad de Buenos Aires y desde entonces se las rebusca como puede. La Fiscalía 14 de San Martín entendió que era mejor no hacerle Cámara Gesell a la nena para no revictimizarla y archivó la causa en mayo.

En el Servicio Local de San Miguel no le dieron respuesta a la orden de fiscalía para asistencia psicológica. Luego de mucho insistir, a fines de noviembre, alguien la llamó y le dijo que tenía un turno en un consultorio de Merlo. A pesar de las dos horas de viaje, Marisa hubiera llevado a su hija si no fuera porque su Tarjeta Sube figura en saldo negativo la mayoría de las veces. 

En los 40 minutos de entrevista, Marisa se siente devastada. Siente que falló como mamá. Está angustiada. Ofrece mate y se esmera en que la periodista se sienta cómoda, sirve un plato con galletitas. Ella y su hija, hoy de diez años, viven en la parte de adelante de una casa humilde del barrio Rosa Mística, en el límite con Malvinas Argentinas. A raíz de lo sucedido, la nena cambió de escuela y asegura que siempre va a estar agradecida a la salita del distrito vecino. El cariño de sus vecinos logró que en un rincón de la casa haya una silla colmada de ropa donada para ellas: «Lo que no usamos lo damos a otras personas que necesitan», dice.

En noviembre, fueron con un grupo de vecinos a escrachar al hombre que Marisa señala como abusador, y dice que también fue acusado por otras seis víctimas. El hombre sigue haciendo su vida normal.

Días después, una vecina le avisó que el intendente Jaime Méndez estaba recorriendo el barrio. Se calzó rápido las ojotas y salió a buscarlo. Había llovido y Marisa tenía las ojotas llenas de barro cuando lo tuvo enfrente. Con voz temblorosa le pidió ayuda, esperando empatía. A nadie le gusta contar estas cosas.

El intendente tomó su número pero nadie se comunicó con ella. Semanas más tarde, se lo volvió a cruzar en un cierre de centros culturales, Marisa más calmada pero firme insistió con el pedido de atención psicológica para su hija.

Eso sucedió en diciembre. Al día de hoy, Marisa no recibió ningún llamado de parte de la intendencia. Su hija continúa con los recuerdos que le bloquearán para siempre una infancia feliz.  

«EL MONSTRUO ESTABA EN CASA»

«Mi hija no hablaba, pero sí su amiguita, que venía a jugar a mi casa. También hablaron primitas, que algo habían vivenciado. Mi hija naturalizó un montón de cosas. Recién ahora mi nena está entendiendo».

«‘Perdoname mamá, perdoname mamá’, me dice a veces. Mi nena no tiene culpa de nada. Yo también tengo un sentimiento de culpa, de haberla dejado al cuidado de ellos. Pensando que como era la familia iba a estar bien». 

«Una noche nos sentamos y mi nena empezó a  hacer un tic en los ojos y habló de un montón de cosas. A veces se olvida, a veces se bloquea, a veces se siente culpable, a veces tiene miedo a mi reacción».

LA CAUSA JUDICIAL

«¿Usted quiere que su hija vuelva a pasar por eso? Mejor que no declare y que se olvide de lo que pasó», dice Marisa que le dijo el fiscal y le cerró la puerta en la cara.

Su hija aprendió el significado de «abuso sexual» en un burocrático pasillo de la fiscalía de Villa Ballester, por el que tantas otras víctimas tampoco encuentran justicia.

«Creo que se cometieron varios errores. Luego de dar mi declaración, miré al fiscal a los ojos y le pregunté qué iba a ser de nosotras. Porque yo tenía muchos trabajos en Capital Federal pero no quería ir más. Y me tenía que ir de la casa donde mi hija era abusada con todas nuestras cosas, ¿pero adónde? El fiscal escribe una nota para el Servicio Local de San Miguel. Me escucharon a mí, a mi nena no. Me dijeron que ellos no recibían a gente en situación de calle». 

La causa inició en marzo de 2019, el fiscal Mariano Becerra tomó varias medidas como declaraciones testimoniales, pero archivó la causa en mayo. No obstante, la causa puede reabrirse en cualquier momento con revisión de caso. 

-¿Lo volviste a cruzar al abusador de tu hija? 

-Sí

-¿Está imputado en la causa?

-No lo sé. No tuve más conocimiento. Si no llega un abogado no me van a escuchar. Todavía no recibí ninguna notificación. Lo que más me interesaba a mí era la parte psicológica. 

CARTA AL INTENDENTE DE SAN MIGUEL

Estimado intendente Jaime Méndez:

Me dirijo a usted con urgencia y tristeza. Mi desesperación por encontrar Justicia no para ni parará. Me enteré hace 11 meses que mi hija de 10 años estuvo viviendo con un pedófilo, su tío. Es muy larga la historia pero puedo decirle que este mal viviente tiene 5 causas más por acoso sexual.

Le escribo porque desde que me enteré y se realizaron las denuncias, nadie, pero nadie me ha ayudado ni a mí ni a mi hija.

Yo tuve que dejarla con la familia de su padre porque yo quedé en la calle, sin trabajo, sin techo y no quería eso para ella.

Cuando hice la denuncia y sacaron inmediatamente a mi hija de la casa donde convivía con este pedófilo, Servicio Local no me dio contención, ni escuchó mis súplicas de ayuda.

Hoy en día mi hija hace dibujos, tiene erupciones en su cuerpo, recuerdos… No sé cómo ayudarla, no puedo pagar un psicólogo y Servicio Local no le brinda ayuda terapéutica. Por favor, si pudiera usted atender mi pedido, escucharme un momento, brindarme una mirada empática se lo agradecería por mi hija y por mí que nos encontramos desamparadas y con una historia de vida cruel e injusta que nos atraviesa. ¡Necesito ayudarla! Estoy desesperada.

 

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