Nación

Martín D'Alessandro: Las artimañas del populismo

Muchos votantes tradicionales de Juntos por el Cambio están apoyando los cambios propuestos por Javier Milei, tanto en su contenido como en la aprieto que exige el Presidente. Aceptan que si no se hace así, mínimo puede mejorar en un país que en la destreza está atiborrado de trabas y corrupción.

Lo provocativo es que este electorado, que ha resistido dos décadas a los intentos de concentración de poder e impulsos antidemocráticos del kirchnerismo, ahora esté dispuesto a permitir que lo hagan en el caso de Milei.

Algunos estudios electorales han demostrado que el 80 por ciento de los votos que recibió Patricia Bullrich en la primera envés de octubre se inclinó cerca de Milei en la segunda envés de noviembre, y que el trasvase de votos tuvo artículos políticos.

El más importante es que dio como resultado un Presidente con amplio apoyo electoral. Si aceptablemente las razones que llevaron a muchos a elegir por Milei en la segunda envés fueron múltiples (entre ellas, castigar al gobierno saliente, dar una conferencia a la clase política, evitar a toda costa el kirchnerismo o provocar algún cambio), Milei interpreta que el 56 por ciento de los argentinos quiere una verdadera revolución libertaria en el país.

A partir de ese dictamen, Milei pretende concentrar el poder y avanzar drásticamente contra las castas y las corporaciones, con el apoyo de gran parte de la población. Sin otro tipo de bienes políticos, el Presidente intenta convertir una mayoría químico (la segunda envés unifica lo que en principio está disperso) en un apoyo consolidado de la opinión pública.

Lo extraño del momento del consenso es que gran parte de los votantes de Juntos por el Cambio –que durante primaveras habían acompañado el difícil proceso de difundir una alternativa moderada y seria al maniquí populista– ahora parecen acaecer capitulado frente a el populismo de Milei.

La turbulenta construcción de la coalición Juntos por el Cambio implicó acuerdos, desacuerdos, competencias internas, colaboración legislativa, entre otros desafíos, y aún más en ese camino, logró sobrevivir al fracaso del gobierno de Macri y al regreso del kirchnerismo.

Sin bloqueo, ahora, durante los primeros y decisivos pasos de un nuevo gobierno, ese electorado moderado, de convicciones republicanas, consciente de que los cambios abruptos y/o inconsultos no pueden durar, parecía acaecer negligente una parte importante de su propia identidad y sus expectativas para aspirar a una construcción política coincidente con la profundidad de los problemas del país.

Como si todas esas proyecciones y primaveras de esfuerzo, aunque plagados de errores, se hubieran evaporado de la confusión a la mañana, y ahora lo único adecuado para la Argentina son las propuestas inciertas y mal diseñadas de Milei.

Como si la única salida al deplorable statu quo al que se enfrenta el populismo del kirchnerismorendija' nos llevó fue a instaurar el populismo extremista de mercado.

Muchos sienten que los impulsos antidemocráticos de Milei y sus colaboradores deben ser aceptados por miedo al infructifero, o aceptablemente porque “el camino genérico es el correcto”, o al menos porque es diferente al precursor.

¿Qué ha pasado con los títulos de este electorado?

Si queremos entender la política, nunca es conveniente creer que la clan vota mal o simplemente está equivocada. Es mejor despabilarse las señales que nos puedan ayudar a encontrar la trazabilidad de una situación determinada.

En política, la responsabilidad principal recae en los actores específicos, es opinar, las acciones de los líderes. En esa dirección, para entender la abandono de muchos de estos ex demócratas inflexibles, hay que considerar, en primer división, la desencanto con la diligencia de Macri, así como el muy comentado y excesivo enfrentamiento por las candidaturas de Juntos por el Cambio.

Ante las sucesivas advertencias en sentido contrario, Patricia Bullrich, su campaña y su entorno hicieron oídos sordos y nunca dudaron en traspasar al mayor el entorno del enfrentamiento interno, sin reflexionar sobre sus posibles consecuencias. La campaña de Horacio Rodríguez Larreta lógicamente además aportó su propia dosis de intransigencia a las listas y política de alianzas de la coalición.

Ésa es una conferencia que Juntos por el Cambio (o lo que queda de él) debería ilustrarse y rendir urgentemente.

En segundo división, la degradación de lo que es democráticamente aceptable pasó cuando los máximos dirigentes del PRO, Mauricio Macri y Patricia Bullrich, legitimaron a Milei (diciendo: “tiene buenas ideas”) mientras buscaban profundizar la brecha con el kirchnerismo para obtener algunos ingresos electorales poco realistas. o aceptablemente debilitar al potencial adversario interno.

Más importante, y en tercer división, hay un hecho central que no ha sido objeto de anciano consejo política, como es la abandono de Bullrich y de su compañero de fórmula a la vicepresidencia, Luis Petri, casi nada 48 horas luego de acaecer sido derrotados por Milei en las elecciones. primera envés de las elecciones del año pasado.

No me detendré aquí a decretar moralmente ese acto, ni a opinar cuánto o poco lograron con el traslado, ni la talla política que el episodio revela sobre cada uno de ellos. Lo que me interesa es reflexionar sobre el daño que puede acaecer causado el disminución de los títulos republicanos del electorado de Juntos por el Cambio.

La repentina subordinación de Bullrich y Petri (y otros líderes del PRO) a Milei para mantenerse (o ingresar al) poder puede acaecer tenido un impresión directo en la degradación de los títulos que ellos mismos (quizás sin siquiera ser conscientes de ello) encarnan. para aceptablemente o para mal, para el electorado.

La medida fue decisiva: independientemente de los peligros que planteaba Milei en términos de democracia y gobernabilidad, como ellos mismos habían argumentado durante la campaña, había que priorizar el “cambio” antiguamente que cualquier otra consideración. El republicanismo, el peso de la experiencia política, la moderación, el respeto por los demás y por los procedimientos democráticos, el diálogo, el sentido global, equipos sólidos que resolver, planes de gobierno elaborados durante primaveras por expertos de primer nivel… estos y todos los demás medios que colocaron a Juntos por El Cambio, a primaveras luz de La Libertad Avanza, dejó de importar en un instante.

Por supuesto, el hacienda demócrata de Argentina es significativo, y eso ha sido declarante en repetidas ocasiones desde 1983. Sin bloqueo, si esos títulos ya no son importantes para el electorado, o si la demanda social por ellos ya no tiene la misma fuerza, entonces será Es muy difícil que los líderes moderados tengan una oportunidad en el futuro en Argentina, o incluso que quieran seguir defendiendo esos títulos.

El compromiso demócrata de los principales actores políticos es secreto para la vigor y la calidad de la democracia como régimen, y ellos son responsables de suministrar vivos esos principios rectores. Sin bloqueo, además es cierto que los actores son políticos que aspiran a representar a la opinión pública y luchan mucho para oponerse a ella.

En otras palabras, la defensa de los títulos democráticos y republicanos debe ser una vía de doble sentido, una responsabilidad compartida entre los líderes moderados y la población en genérico. Los primeros deben insistir incansablemente en las ventajas del diálogo demócrata y enseñar a la clan que las reformas agresivas no tienen ningún impresión positivo o duradero. Estos últimos no deben dejarse seducir por los cantos de sirena de un cambio cuya salida se conoce, a diferencia de su destino.

El patraña del populismo, ya sea de izquierda o de derecha, es que sella tanto el llamado como los incentivos para construir un compromiso que permita la solidificación de las políticas con el tiempo. De continuar así, volverá a regir el círculo vicioso de la larga historia argentina, donde los contenidos de las políticas públicas tuercen el mecenas de los títulos de la convivencia social civilizada capturando instituciones y procedimientos democráticos.

Milei ganó la pagaré presidencial de Juntos por el Cambio por poco patrimonio, con dos cargos ministeriales por decreto y algunos asesores. Sin bloqueo, el defección de la demanda de procedimientos y formas republicanas en el electorado probablemente tendrá un costo mucho anciano para la democracia argentina.

* Martín D'Alessandro es politólogo y profesor de ciencia política en la Universidad de Buenos Aires.

por Martín D'Alessandro*

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