Nación

Paraíso contaminado: ciudad chilena espera limpieza mientras se corta el carbón

Con sus aguas verde esmeralda y arenas blancas, la pequeña ciudad de Mejillones en el norte de Chile parece engañosamente un típico balneario.

Sin embargo, a lo lejos, plantas y fábricas alimentadas con carbón lanzan humos nocivos al aire, un sombrío recordatorio de que la ciudad en el desierto de Atacama se encuentra entre las cinco llamadas «zonas de sacrificio» del país, donde los residentes viven envueltos en la contaminación.

Chile se ha embarcado en una transición energética vertiginosa y prometió cerrar 28 unidades de centrales eléctricas alimentadas con carbón para 2040, nueve de las cuales ya han sido cerradas.

«El impacto de la producción de electricidad a partir del carbón es considerable en términos de crisis climática, pero también el impacto que tiene en las zonas de sacrificio», dijo Estefanía González de la oficina de Greenpeace que cubre Argentina, Chile y Colombia.

Los residentes no deben «quedarse sin protección porque una empresa llega, explota un determinado territorio y luego se va», afirmó, instando a una transición energética justa que permita «reparar» las regiones dañadas.

Se espera que Mejillones comience a cerrar la primera de sus ocho unidades a carbón a finales de este año.

Convencer a las empresas energéticas de que reparen el daño que han causado al medio ambiente una vez que se vayan no será tarea fácil.

El Ministro de Energía de Chile, Diego Pardow, dijo recientemente a los periodistas que las unidades de carbón más antiguas «no están legalmente obligadas a tener en cuenta consideraciones ambientales».

«Ese es parte del desafío que debemos superar hoy. No se trata simplemente de apagar un interruptor, sino de ocuparnos de todo lo que ello implica».

'Todo el mundo tiene cáncer'

En el muelle del puerto pesquero de esta localidad de 13.000 habitantes, en pleno desierto de Atacama, José González, de 58 años, dice que padece un cáncer de riñón en fase cuatro y se encuentra de baja por enfermedad en su trabajo como agente portuario.

«La contaminación es inmensa», afirmó, señalando la cadena de empresas vinculadas a la industria química y a las plantas de carbón que salpican la vasta bahía del Pacífico y que, según él, están detrás de su enfermedad. «Todo el mundo sufre de cáncer».

Sin embargo, no es fácil vincular enfermedades como el cáncer con las industrias contaminantes donde viven.

«Pueden pasar años antes de que uno se dé cuenta» de que existe un vínculo, dijo Michel Marín, cirujano y presidente del Colegio Médico de Antofagasta.

Un estudio de 2019 financiado por la norteña Región de Antofagasta, mostró la presencia de metales pesados ​​y materiales orgánicos en la bahía provenientes de la descarga de residuos industriales y aguas residuales.

Algunos visitantes de verano descansan bajo las sombrillas de paja en la playa o se dan un chapuzón en sus frías aguas. Las focas retozan cerca en una cala de pescadores, y la península más amplia es un lugar de alimentación para las ballenas azules y de aleta.

A pesar de la belleza del océano, José Sánchez, secretario de un sindicato de pescadores, dijo que «la bahía está muerta».

«El fondo marino está contaminado, hay menos especies, menos moluscos».

La terrible situación ha reducido a la mitad el número de pescadores de la zona, que antes era de 300.

La quema de carbón libera al aire muchas sustancias químicas nocivas, y si bien en las plantas se han instalado filtros especiales para reducir la contaminación, esta no desaparecerá mientras «los parques de carbón sigan abiertos», afirmó el concejal municipal Manuel Monardes Rojas.

Aún así, insiste en que la playa de postal es una «zona limpia» debido a su distancia de la zona industrial.

«Mejillones ahora se está enfocando en el turismo», afirmó.

noticias relacionadas

Por Sandra Ferrer, AFP

Mostrar más

Publicaciones relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba